Rumanía celebra este domingo unas elecciones legislativas marcadas por el auge de la ultraderecha tras la inesperada victoria de un candidato ultra y prorruso en la primera vuelta presidencial, en un evidente voto protesta contra el Gobierno de gran coalición entre socialdemócratas y conservadores.
La campaña para las legislativas se ha visto afectada por las presidenciales y también por la polémica que ha supuesto el nuevo recuento ordenado por el Tribunal Constitucional el jueves, una medida inédita en la democracia del país balcánico de 19 millones de habitantes.
Rumanía, miembro de la OTAN y la Unión Europea (UE), ha estado gobernada desde 2021 por una gran coalición entre el Partido Social Demócrata (PSD) y el Partido Nacional Liberal (PNL). Aunque esta alianza aportó estabilidad tras la pandemia y la invasión rusa de Ucrania, generó descontento entre sus bases.
La coalición tuvo que hacer frente a una de las inflaciones más altas de la UE, que en 2023 superó el 10 %, una persistente desigualdad entre zonas urbanas y rurales, y una percepción de estancamiento político. Casos de corrupción han erosionado aún más la confianza pública.
Clara Volintiru, del German Marshall Fund, destaca a EFE también "la debilidad del liderazgo". Ni Marcel Ciolacu, exlíder del PSD y todavía primer ministro, ni Nicolae Ciuca, del PNL, generaban entusiasmo y son vistos como burócratas grises.
Hubo una sorpresa mayúscula: el pasado domingo Calin Georgescu, con un discurso anti-OTAN, prorruso y ultranacionalista, ganó sin el apoyo de ningún partido con casi el 23 % de los votos cuando las encuestas le daban el 6 %. Elena Lasconi, líder de la formación proeuropea Unión Salvar Rumanía (USR), quedó en segundo lugar, superando a los candidatos de los partidos tradicionales, PSD y PNL, que no lograron pasar a la segunda vuelta.
Este fracaso provocó la dimisión de los líderes de ambas formaciones y causó un terremoto político.
Antes de las presidenciales, el PSD lideraba las encuestas legislativas con hasta un 30 % de intención de voto, seguido del PNL con un 20 %.
Sin embargo, el auge ultra en las presidenciales puede impulsar a las fuerzas derechistas, un fenómeno que Volintiru anticipa: "Creo que podemos esperar una gran prima para partidos extremistas, ya que este electorado se movilizará aún más".
Además, la celebración de las elecciones en el Día Nacional de Rumanía podría favorecer a sectores nacionalistas. Con todo, el PSD y el PNL cuentan con una sólida implantación territorial y una popularidad que suele superar la de sus líderes.
La nacionalpopulista Alianza para la Unión de los Rumanos (AUR), los ultraderechistas S.O.S. y el nuevo Partido de los Jóvenes comparten una agenda ultra y euroescéptica, pero no forman un bloque cohesionado debido a diferencias entre sus líderes. Sus simpatizantes se concentran en las zonas rurales y entre jóvenes descontentos.
Según Volintiru, el éxito de Georgescu en las presidenciales representa un "voto protesta" de ciudadanos frustrados con los partidos tradicionales, vistos como ineficaces y distantes, en un contexto de alta inflación, desempleo y abandono del mundo rural.
Las encuestas en Rumanía no son muy fiables y en las presidenciales no detectaron la irrupción de Georgescu. Algunos medios, como Euronews Romania, han optado como alternativa difundir los cálculos internos de las propias formaciones, según los cuales el PSD prevé sumar entre el 25 y el 30 % de los votos, seguido por el PNL, con entre el 15 y el 20 %. El europeísta USR se sitúa entre el 10 % y el 15 %, mientras que la fuerzas ultras en conjunto podrían sumar más del 30 %. En cambio, una encuesta realizada tras las presidenciales coloca al ultraderechista AUR en primer lugar, con el 22,4 % de la intención del voto, seguido del PDS, con el 21,4 %.
Un buen resultado de los partidos ultranacionalistas en las legislativas fortalecería a Georgescu en las presidenciales. Aunque Rumanía es una democracia parlamentaria, el presidente influye en política internacional, seguridad y en la agenda política, haciendo difícil gobernar sin su colaboración. Si Georgescu alcanza la presidencia y se consolida una mayoría ultra en el Parlamento, el país podría girar hacia políticas nacionalistas y distanciarse de la UE y la OTAN, lo que alarma a los sectores proeuropeos.
Mala. El PSD y el PNL, históricamente las principales fuerzas políticas de Rumanía, atraviesan una crisis. Mientras el PSD intenta preservar su base rural y el control de parte de la maquinaria estatal, el PNL respalda a Lasconi (USR) en la segunda vuelta presidencial, con la expectativa de nombrar al próximo primer ministro si ella gana. La USR, que representa a las clases medias urbanas, critica la repetición del recuento de votos ordenado por el Constitucional, temiendo que perjudique a Lasconi, quien superó al socialdemócrata Ciolacu por apenas 2.700 votos, y ve en la decisión la mano del PSD
El Kremlin negó este viernes haber interferido en la primera ronda de las elecciones presidenciales en Rumanía. "Rusia no ha interferido en los procesos electorales en Rumanía, en general no tenemos la costumbre de interferir en las elecciones de otros países, en particular Rumanía. Y no tenemos la intención de hacerlo ahora", afirmó el portavoz de la Presidencia rusa, Dmitri Peskov, en su rueda de prensa diaria.
El representante del Kremlin señaló que "cualquier acusación al respecto es absolutamente infundada". "Es más bien una forma de imitar la tendencia que existe al respecto en Occidente. En el sentido de que si pasa algo hay que acusar ante todo a Rusia", ironizó.
Lo cierto es que Georgescu se ha expresado en contra de la ayuda militar a Ucrania, país invadido por Rusia, aunque esta semana intentó distanciarse de sus anteriores posturas afirmando en un vídeo que no desea "que Rumanía salga de la OTAN ni de la Unión Europea (UE)".
También ha generado malestar su historial de elogios a fascistas como Ion Antonescu y Corneliu Zelea Codreanu, responsables del Holocausto en Rumanía y aliados de Hitler, a los que definió como "héroes" y "mártires".