A principios de los años 70, Citroën apostó a fondo por la aerodinámica para la gran berlina destinada a suceder al “Tiburón”. De hecho, el nombre del Citroën CX viene de su coeficiente aerodinámico de 0,35, una cifra propia de vehículos deportivos. En el interior, se apuesta por una estética innovadora.