No sé cómo explicar las sensaciones que me estremecieron al mirar las imágenes del rescate de la única sobreviviente del accidente de la avioneta en las montañas de Escazú.
Sentí agradecimiento, admiración y orgullo por el puñado de hombres que salieron de la espesura del bosque cargando en camilla a la guía turística Paola de los Ángeles Amador Segura.
Todos se veían exhaustos por tantas horas de caminata entre el barro, el frío y la neblina, pero sus semblantes también irradiaban ese peculiar brillo que genera la sensación del deber cumplido.
Funcionarios de la Cruz Roja, del Cuerpo de Bomberos, baqueanos y voluntarios merecen mucho más que un chocolate caliente y una palmada por el enorme esfuerzo durante la emergencia.
Hoy, Paola de los Ángeles se recupera en un centro hospitalario gracias a que estas personas llegaron a tiempo para evitar que muriera por hipotermia o por la complicación de una herida.
Además, familiares y allegados de los cinco fallecidos los despedirán porque los socorristas lograron extraer sus cuerpos de la montaña.
“Pensé en los familiares que estaban preocupados por sus seres queridos y los duros momentos que estaban pasando”. Esto fue lo que motivó al ultramaratonista Neruda Céspedes Mora a sumarse a la búsqueda.
Céspedes abandonó su sembradío de cebolla para subir dos veces a ayudar a la sobreviviente y a las víctimas mortales. Pero muchos otros dejaron también todo tirado para colaborar.
Ahora bien, el mediático rescate de los ocupantes de la Cessna 206 accidentada el lunes es tan solo una de las muchas hazañas que realizan estos valerosos rescatistas.
En las recientes inundaciones, hombres y mujeres todoterreno abandonaron el calor de sus hogares para cumplir con su compromiso de servicio.
Son los héroes anónimos que arriesgan sus propias vidas para llevar alimento, medicina, protección y calor humano a las personas afectadas por una tragedia.
Ellos sí se merecen recibir la condecoración Juan Mora Fernández, una felicitación pública del plenario legislativo y un minuto de aplausos en todos los estadios por sus servicios a la patria.
Posiblemente nada de esto ocurra, porque no se valora lo suficiente la gran labor que estas y muchas otras personas realizan. Sin embargo, desde mi metro cuadrado, les envío mis sinceros respetos.
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