El segundo largometraje de Alberto Utrera tiene un guion muy trabajado por él mismo y que mezcla géneros que precisan de buen pulso y de climas que se contradicen pero que, bien encajados, funcionan de modo atractivo para el espectador. O al menos les han funcionado casi siempre a directores como los hermanos Coen o Tarantino. El tapizar de comedia negra un thriller violento y de dramática intriga suele ser eficaz, potente y entretenido. Se necesitan buenos personajes, unos actores que pisen bien esos dos terrenos de la dureza y la gracia, unas situaciones que sirvan más por su enredo y misterio que por su verosimilitud. En el argumento hay tres personajes clave y bien visibles, aunque hay algunos otros...
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