Si se adquieren estas rutinas en el día a día es fácil tener una casa cómoda y ordenada sin hacer un gran esfuerzo
Cómo limpiar bien los AirPods y otros auriculares inalámbricos
El tiempo es oro. Y cada día más. Vemos cómo se nos acumulan tareas de la casa mientras hay que cumplir en el trabajo, en algunos casos dedicarse a la crianza, mantener una cierta vida social, ver a la familia y, por supuesto, tener algún rato para uno mismo. Si vamos postergando la limpieza del hogar de un día para otro puede que la casa, finalmente, se encuentre sucia y desordenada y haya que dedicarle muchas horas para que quede como nueva.
En lugar de pegarse un atracón de limpieza, que poco invita a repetir, recomendamos diez trucos para mantener el hogar en buen estado. Si se adquieren estas rutinas es fácil tener una casa cómoda y ordenada sin hacer un gran esfuerzo. Con esta serie de hábitos, además, el orden del hogar se mantendrá por más tiempo.
Cuando se entra en una habitación todas las miradas se dirigen hacia la cama. Si vemos la cama sin hacer, tendremos la impresión de que toda la habitación está desordenada. El hábito de hacer la cama por la mañana dara una imagen mucho más limpia de tu habitación.
Además, es una cuestión que afecta directamente al descanso y bienestar porque la sensación de introducirse en una cama hecha a la hora de dormir es mucho más agradable que si las sábanas y el edredón están revueltos sobre el colchón sin orden ni concierto. Más aún si las sábanas están limpias, para lo cual es recomendable lavarlas una vez a la semana.
Mientras haces la cama en tu habitación puedes dejar las ventanas abiertas y así ventilarla a diario. Para el resto de las estancias las ventanas pueden quedarse abiertas durante la ducha o el desayuno. Diez minutos son suficientes, pero imprescindibles para renovar todos los días el aire de tu hogar.
Hay que tener en cuenta que la casa se puede llenar de polvo al abrir las ventanas. Por ello es importante hacerlo a primera hora de la mañana y al tiempo que se limpia, nunca después.
Al volver a casa después de trabajar no es ideal dejar sobre la mesa o el mueble del recibidor el correo per secula seculorum. Los papeles se amontonan y no distingues el polvo de la paja. Lo mejor es revisarlos en el momento y tirar lo que no te interesa al cubo de basura y archivar cuestiones importantes como facturas y notificaciones.
Al llegar a casa es un placer quitarte el calzado que has usado en la calle y ponerte las zapatillas o calcetines nórdicos. En ese caso, dejar los zapatos por en medio de la entrada, del salón o de la habitación no aporta ninguna sensación de orden y limpieza. Hay muchas opciones para tener los zapatos en un mismo sitio, como pueda ser el caso de un mueble zapatero.
Al descalzarse nada más llegar a casa también se lleva menos suciedad del exterior. Es famosa la frase 'No es más limpio quien limpia, sino quien menos ensucia'.
Para evitar los maratones de limpieza, lo ideal es que no se acumule el polvo, las pelusas y otros en el suelo. Para ello, es imprescindible barrer, fregar o aspirar. La mejor herramienta para limpiar bien los suelos de la casa, de hecho, es la aspiradora, sobre todo en el caso de tener niños o animales en casa. Al absorber la suciedad no hay que pasarla tan regularmente como si la arrastras con un paño o una escoba.
Si cocinas eres consciente de que es el espacio de la casa que más fácilmente se ensucia. Por ello, después de cocinar puedes pasar la escoba y, así, deshacerte de la suciedad más a la vista. Si ves que se encuentra en muy malas condiciones, lo mejor es fregar después el suelo.
Una regla obvia es guardar en su sitio lo que hayas utilizado. Es una cuestión fácil y rápida y que puede ahorrar después muchos disgustos. Esto también sirve para cuando te quitas la ropa y esta se va amontonando en la butaca de tu habitación hasta hacerse una montaña. Mucho mejor es en ese momento echar en el cubo de la ropa sucia las prendas que necesiten ir a la lavadora y guardar en el armario las piezas de ropa que te puedas volver a poner.
Si vacías el lavavajillas cinco minutos por la mañana es mucho más cómodo para más tarde cuando te toque hacer la comida o la cena y lo tengas que llenar de nuevo.
Por otro lado, lo más práctico es fregar los cacharros que no puedas meter en el lavavajillas después de cada comida para que no se quede la comida incrustada, no se te hagan montañas en el lavadero y no permanezca el mal olor.
No hace falta hacer una limpieza profunda de la nevera, pero sí cuando le echas un vistazo para comprobar qué alimentos te faltan puedes retirar los productos que estén caducado y pasar un trapo con rapidez por los derrames o cualquier otra suciedad que haya en los estantes y cajones.
Lo mejor para agilizar la limpieza es hacerla de arriba a abajo. Esto sirve tanto a la hora de quitar el polvo, como para ordenar estanterías y armarios o si la casa tiene más de una planta. Empiezas arriba con lo que genera más cansancio y vas bajando cuando ya te va quedando menos energía. De esta forma también evitamos limpiar el polvo varias veces.
Las gotas y restos de cal dejan una impresión de suciedad en el baño. Para ello, nada más fácil que agarrar una bayeta de microfibra y pasarla por la ducha, los cristales y el lavabo en un momento. No será tan necesario limpiar el baño con tanta frecuencia si te encargas de esto.