¡Aleluya, aleluya, ya hay Comisión Europea! Finalmente, Teresa Ribera va a formar parte de la misma y en un puesto importante. Pero, dicho lo anterior, no se debe perder de vista que la esposa de Bacigalupo se encontrará en lo que podríamos llamar un régimen de “libertad vigilada” y llega al cargo en una posición política muy debilitada, por mucho que sus exegetas intenten vendernos que es la segunda de a bordo de von der Leyen. Varias son las razones que lo explican, sin entrar en la valía o preparación de la nueva vicepresidenta.
La primera es su no gestión en la DANA, que ha llegado al Parlamento Europeo y los eurodiputados se han enterado de que en España está cuestionada, al margen de las posibles actuaciones que se desarrollen en el futuro inmediato en los Tribunales de Justicia. Dicho de otro modo, va a estar en el punto de mira de una buena parte de los eurodiputados, por lo anterior y por su radicalismo verde. Y aquí llegamos al segundo punto que se ignora más de lo que debiera: el nuevo Parlamento Europeo está mucho más a la derecha que el anterior; cuenta con un total de 720 escaños, de los que 377 (más de la mayoría absoluta) están en manos del Partido Popular Europeo (PPE) y de otros grupos situados más a la derecha, que no son precisamente fervientes partidarios, ni de Ribera, ni de sus ideas, por lo que no lo va a tener fácil. La tercera razón se encuentra en la propia von der Leyen: ayer alabó a Ribera, pero no ha olvidado sus duras críticas semanas antes de las elecciones y, sabiendo que está cuestionada, la vigilará de cerca. Eso por arriba, porque, por debajo, alguno de los comisarios bajo su teórica influencia es del PPE y no se dejará influenciar.
Además, la única dirección general que dependerá de ella es la de Competencia, que cuenta con altos cargos que acumulan mucha experiencia y muy difíciles de “mangonear”. De ahí que la primera parte de su mandato no va a ser precisamente un camino de rosas, sino más bien todo lo contrario. Eso sí, como consuelo podrá pensar que ha dejado aquí, para guardar su legado, a su “protegida” Sara Aagesen, una experta y técnica cualificada, pero sin mucha experiencia política. ¿Será eso suficiente con la que está cayendo en el momento político actual?