Con una inversión de 40 millones de soles, esta infraestructura de once pisos fue un referente del desarrollo económico y urbano. A pesar de su importancia histórica, el paso del tiempo ha relegado esta construcción a un estado de olvido, donde la vulnerabilidad social y el deterioro arquitectónico son evidentes.
La inauguración del edificio fue un evento significativo, con la presencia de autoridades políticas y representantes del sector financiero. En su discurso, el presidente del BCH destacó la importancia de la obra para el desarrollo de la provincia, afirmando que “el ser humano nace para un quehacer; quien lo rehúye, reniega de esa condición, la más alta y noble del Universo”. Sin embargo, a pesar de estas palabras de optimismo, el futuro del edificio se tornó incierto.
El edificio del BCH fue concebido bajo los principios del modernismo arquitectónico de la década de 1970. Su construcción, realizada con concreto armado y vidrio, reflejaba un enfoque funcional y estético. Las líneas rectas y la estructura minimalista transmitían una sensación de solidez y modernidad, valores que el banco deseaba proyectar en sus operaciones. La ubicación estratégica en el Callao respondía a la importancia de esta ciudad como núcleo comercial y financiero, vinculado directamente al comercio marítimo del país.
En aquel entonces, el presidente del Banco Central Hipotecario dio unas palabras en su discurso de bienvenida a la creación arquitectónica, y manifestó lo siguiente: “El ser humano nace para un quehacer; quien lo rehúye, reniega de esa condición, la más alta y noble del Universo”.
Al finalizar la ceremonia de inauguración, la máxima autoridad del ente bancario recalcó el orgullo que representaba para la Provincia Constitucional del Callao y afirmó que el edificio tendría un progreso significativo.
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Más allá de ser un simple edificio, esta infraestructura jugó un papel crucial en el desarrollo urbano del Callao. Albergando las operaciones del BCH, se convirtió en un símbolo de progreso y modernización en una zona que buscaba adaptarse a las necesidades de su creciente población. La presencia del edificio dinamizó la economía local, atrayendo inversiones y promoviendo el desarrollo de la infraestructura en la región.
La situación actual del edificio es un reflejo del abandono y la falta de atención por parte de las autoridades. Tras el cierre del BCH, la infraestructura se ha convertido en un viejo recuerdo de lo que fue en su momento. El deterioro de la arquitectura es evidente, y la presencia de gallinazos y personas en situación de vulnerabilidad en sus alrededores es un triste testimonio de su caída en el olvido. Este emblemático edificio, que alguna vez simbolizó el progreso y la modernidad, ahora se enfrenta a un futuro incierto, marcado por el deterioro y la desidia.