El tema favorito de Pedro es Pedro. Si hay una catástrofe en Valencia con más de doscientos muertos, convoca una rueda de prensa para anunciar a los españoles que él está bien. Si acusan a su mujer de tráfico de influencias y apropiación indebida, publica una carta para explicar cómo se siente él. Si su partido y su Gobierno están inmersos en una trama de corrupción que cada día huele peor, toma la palabra para decir que la gente le anima diciendo «aguanta, Pedro». Porque lo importante para Pedro es que Pedro siga en el poder. Es la gran aventura de su vida y nada se la va a estropear, ni una pandemia, ni una DANA, ni los bulos o los jueces, y mucho menos ese tal Aldama o su señora esposa.
Pedro imagina un mundo en el que gobierna para siempre. No porque lo digan las urnas, sino porque los españoles necesitan ser gobernados por Pedro. Él es así. Generoso con los inferiores. Por eso tenía que ir al congreso de UGT y anunciar la buena nueva. Pedro descendió entre los suyos, los ugetistas que viven de nuestros impuestos, para disertar del único tema importante en este azaroso y complicado planeta: él. Pedro habló bien de sí mismo y los sindicalistas aplaudieron a rabiar. Cuanto más Pedro, mejor. «Estaré tres años, y los que vienen después», anunció Pedro a los esforzados representantes del proletariado, que vitorearon y jalearon como en una sesión de góspel. Saben que Pedro ve el futuro, y que Tezanos es el profeta.
El congreso del PSOE en Sevilla es la cena de Navidad de la empresa sanchista. Por fin se reunirán los que deben a Pedro su cargo y su sueldo. Competirán en el piropo más descarado a Pedro, dirán lo que Pedro quiere oír y callarán lo que es mejor silenciar sobre Pedro, no como Lobato, que tiene su propio Calendario de Adviento para la cuenta atrás de su purga.
Así es el socialismo del siglo XIX en España: todo dentro de Pedro, nada fuera de Pedro, nada contra Pedro. Y Pedro hablará en Sevilla de sí mismo, que es lo que quieren los sanchistas, siempre dispuestos a escuchar más historias y opiniones de Pedro sobre Pedro, para luego romper a aplaudir. Seguro que estos días los delegados han practicado en casa con un cronómetro, delante del espejo, preguntándose si ese palmeo entusiasta agradaría a Pedro.
Los corrillos del Congreso sevillano debatirán sobre los próximos purgados, esos traidores que no supieron obedecer a Pedro, que no se anticiparon a los deseos de Pedro, que no repitieron bien el argumentario de Pedro. Los menos hábiles llevarán una chuleta en el bolsillo con todas las palabras a repetir: bulos, ultraderecha, Díaz Ayuso, Pequeño Nicolás, progreso, justicia social, Pedro, Pedro y Pedro. Que Pedro no falte. Es el santo y seña. El alfa y el omega. Es lo justo y necesario. Es nuestro deber y salvación.
RTVE llevará a informar sobre el Congreso de Sevilla a la misma corresponsal que tradujo «Pedro HDP» por «Pedro Descanse en Paz». Ese es el espíritu. Porque el presidente debería descansar. Los españoles somos como niños, algunos muy fachas, que le damos mucho trabajo. Pero si Pedro descansa, nadie sabrá qué será de nosotros. Quién nos guiará en el desierto neoliberal, con la ultraderecha persiguiéndonos con sus carros. De ahí el lema congresual: «España adelanta por la izquierda» porque la derecha está llena de fango. Adelante, hombre del 600, la carretera nacional es de Pedro.
Los sanchistas dirán en el Congreso que el PSOE es el pueblo, y que Pedro es el PSOE, por lo que Pedro es el pueblo. Llevarán calculadoras para hacer esa regla del tres, pero no importa. Lo trascendente es que por fin tenemos la verdad revelada. Sabíamos que estábamos vivos porque sufrimos ansiedad por conocer la voluntad de Pedro, que no es otra que aguantarnos.