El viernes se torna un día clave para el Gobierno y el PSOE más allá de su proceso orgánico. El 41º Congreso Federal de los socialistas y la causa contra el fiscal general del Estado por la presunta revelación de secretos en la filtración de la investigación sobre el novio de Isabel Díaz Ayuso trascurren ya por caminos paralelos que pueden acabar cruzándose dentro de 48 horas. El nexo de unión es Juan Lobato. El secretario general del Partido Socialista de Madrid declarará como testigo, esto es, con obligación de decir verdad, a las 10 de la mañana del 29 de noviembre ante el magistrado del Tribunal Supremo Ángel Hurtado, que instruye la causa contra Álvaro García Ortiz. Apenas unas horas antes de que arranque oficialmente el cónclave del PSOE en Sevilla.
En la providencia en la que cita a Lobato, el magistrado indica que este deberá aportar copia del acta de manifestaciones notariales que el líder de los socialistas madrileños levantó con los mensajes que intercambió con la jefa de gabinete del ahora ministro y entonces jefe de Gabinete de Pedro Sánchez, Óscar López. Pilar Sánchez Acera mandó a Lobato la confesión de Alberto González Amador para que la utilizara políticamente contra Ayuso en la Asamblea de Madrid, pero Lobato se negó y preguntó el origen de la información antes de hacerlo, solo dispuesto a usarla si ya se había publicado en los medios de comunicación. Finalmente, acabó blandiéndola en una sesión de control al Gobierno regional. La conversación con Sánchez Acera se produjo en marzo, pero Lobato acudió al notario siete meses después, una vez el Supremo autorizó la entrada y registro del despacho del fiscal general del Estado y la UCO se incautó del contenido de todos los dispositivos de Álvaro García Ortiz, incluidos sus teléfonos móviles.
Hasta ahora, Lobato ha sostenido que la información que utilizó ya estaba publicada, pero todo se reduce a ese intercambio de mensajes. De las horas del envío del documento por parte de la mano derecha de Óscar López y de la publicación de la noticia con la filtración del mismo en los digitales. Qué se produjo antes y qué después. El propio Lobato contribuyó en las últimas horas a sembrar dudas sobre este extremo en una declaración en la que manifestó su voluntad de llevar la guerra hasta el final. «Si lo que se me dijo aquella mañana era verdad, no veo qué problema hay en acreditar que era lícito», dijo ante la polvareda generada.
Si, por el contrario, «el contenido fuera diferente» y no lo hubiera recibido por los medios, dijo Lobato en su comparecencia, «hubiera sido un intento de que yo lo hiciera público, con un origen irregular y con consecuencias legales para mí», argumentó justificando entonces su visita al notario y alertando de que, ante la reacción que ha suscitado en el PSOE y en La Moncloa en las últimas horas, «parece como si de alguna forma se dudara». Pese a que Lobato se ocupó en señalar que «no contempla» esta tesis, sí recalcó que, de ser así, «sería bastante grave». «No contemplo que fuera falsa», apuntó en alusión a la justificación que se le dio desde Moncloa, por la que se le aseguraba que el correo electrónico que se le envió procedía de la prensa y no era una filtración con origen en la Fiscalía.
Lobato no está dispuesto a sucumbir a las presiones que buscan que dimita motu proprio y que no llegue como líder del PSOE de Madrid al Congreso Federal de Sevilla. En su denuncia de «linchamiento» por parte de su partido hay una vocación de mantener el pulso hasta el final, el pulso con Moncloa y con Óscar López, el llamado a plantearle una candidatura alternativa en las primarias por designación directa de Pedro Sánchez. En la declaración ante los medios hay una carga de profundidad contra la dirección socialista y contra La Moncloa. Un señalamiento directo.
En todo caso, el viernes se dirimirá todo. Si el señalado sigue siendo Lobato, dentro de su partido, por haber traicionado la confianza y la lealtad de la organización, llevando al notario los mensajes de una compañera de la Ejecutiva o si el foco pasa a ubicarse sobre el ministro Óscar López por maniobrar con una información sensible contra una rival política. El control de los tiempos es clave y las consecuencias pueden ser devastadoras para el Gobierno y para el PSOE si la tesis que se impone es la segunda opción.
Lobato está dispuesto a aguantar la presión, la clave es si esto será posible o las maniobras se seguirán sucediendo para tratar de desestabilizarle antes del viernes. El secretario general de los socialistas madrileños amenaza con presentarse en Sevilla después de declarar como testigo e ir más allá, llegar hasta las primarias que deberán celebrarse para dilucidar el nuevo liderazgo. El 7 de diciembre vence el plazo para presentar las candidaturas y el 11 de enero se celebraría la votación de los militantes en primera vuelta. Si fuera necesario, el 18 de enero, una semana después, se decidiría la elección. Casi dos meses de incertidumbre que puede despejarse mucho antes, incluso esta semana.