Sentado a una pequeña mesa, solo con un micro, un vaso de agua y un escueto cartel recién puesto del PSOE de Madrid, Juan Lobato (Madrid, 1984) ha empezado a escribir este martes, en la Asamblea, su propio manual de resistencia . Cómo técnico de Hacienda del Estado tiene un escrupuloso respeto por las formas y la legalidad más rigurosa, y con su citación como testigo ante el Supremo el próximo viernes ha medido cada unas de sus palabras, dentro de un estilo escueto y directo que es marca de la casa. Apenas ha tardado tres minutos en denunciar el linchamiento de su propio partido, advertir que confía en que la actuación de La Moncloa haya sido correcta, y por eso no entiende las críticas hacia él, y lanzar un aviso: el PSOE, ha subrayado, sigue siendo un partido de militantes. Esa es la palabra clave para él: militantes. Son los que le dieron el apoyo en 2021 para ser el actual secretario general del PSOE de Madrid, en unas elecciones primarias frente al alcalde de Fuenlabrada, Javier Ayala, al que dobló el pulso con el 61 por ciento de los votos. Lobato siempre ha tenido presente que él está ahí, al frente del PSOE de Madrid, haciendo oposición directa a Isabel Díaz Ayuso día a día, porque los militantes socialistas le han colocado en ese puesto. Y no Ferraz. Ni La Moncloa. Han sido las bases del partido en Madrid. Por eso siente una legitimidad extra cuando se dirige a sus compañeros de la dirección federal o de La Moncloa y no tiene problemas en criticar algunas de las actuaciones del Gobierno de Sánchez, como ocurrió con la ley de amnistía. Eso le ha generado enemistades dentro del partido, y no pocas ni menores. Pero a Lobato no le asusta esa rivalidad interna. En su entorno comentan que no es de los que se encogen cuando les señalan desde dentro del partido. Aunque considere que una batalla es difícil, como la de disputar de nuevo la secretaría general del PSOE de Madrid ante un eventual candidato avalado por Sánchez, Lobato es de los que cogen el toro por los cuernos y sigue adelante. Enfrente, en el PP, los que pelean con Lobato en el día a día le reprochan siempre su falta de «valentía» por no ser capaz de marcar una línea clara frente al sanchismo a la hora de defender Madrid y a los madrileños. El portavoz de los socialistas madrileños presume de tener un estilo político muy próximo a la gente y de buenas formas, algo que practicó cuando fue alcalde de Soto del Real, con mayoría absoluta en su última legislatura. Ahí hizo su rodaje como político, y donde llevó a la práctica sus ideas sobre el diálogo con otros partidos de todo signo y la necesidad de llegar a acuerdos con todos, aunque tuviera mayoría. Por eso, lo primero que hizo al llegar a la Asamblea esta legislatura fue tender la mano a Ayuso para alcanzar distintos pactos, y en su partido muchos no lo entendieron. Ahora, Lobato quiere seguir dando la batalla. Lo ha dicho este martes en clave en su declaración de la Asamblea: «El PSOE es un partido de militantes». Son ellos los que mandan y los que decidirán en las próximas primarias si Lobato debe seguir al frente del partido en Madrid o no. Mientras tanto, el actual líder del PSOE de Madrid sigue redactando su propio manual de resistencia ante ese «linchamiento» interno que ha denunciado.