En un reciente encuentro, el presidente de China, Xi Jinping, subrayó la interconexión de las economías de Asia-Pacífico durante una reunión con la presidenta de Perú, Dina Boluarte. Según Xi, el fortalecimiento de la cooperación y la solidaridad en esta región son esenciales para los intereses comunes de los países involucrados, así como para las naciones del Sur Global. Estas declaraciones resaltan la creciente importancia de la cooperación regional en el contexto global actual.
La visita de Xi Jinping a Perú culminó con la firma del Protocolo de Optimización del Tratado de Libre Comercio, un paso que fue celebrado por ambas partes. Este acuerdo fue formulado en una declaración conjunta que reafirma los lazos estratégicos entre China y Perú. Los líderes de ambos países afirmaron su compromiso de buscar nuevas oportunidades de cooperación en el marco de la «Iniciativa de la Franja y la Ruta», diseñada para facilitar el crecimiento sostenible y los beneficios mutuos.
El protocolo establecido entre las naciones implica colaboración en proyectos de infraestructura a gran escala, siempre dentro del marco legal de cada país. Esta cooperación también incluye áreas emergentes como la economía circular, la agricultura sostenible y el desarrollo digital, en un esfuerzo por diversificar las áreas de la asociación bilateral y adaptarla a las necesidades contemporáneas.
Uno de los desarrollos destacados en este marco de cooperación es la creación de lazos aéreos con código compartido entre una aerolínea china y Perú. Esta medida tiene como objetivo facilitar las interconexiones y el tráfico aéreo entre los dos países, lo que puede generar un mercado más conectado y dinámico.
Asimismo, ambos países coincidieron en la necesidad de reforzar la cooperación en inteligencia artificial, poniendo un énfasis particular en el fortalecimiento de competencias digitales en sectores vulnerables. Esta colaboración en el ámbito tecnológico se presenta como un factor clave para el desarrollo inclusivo en ambas naciones.
Además de la cooperación en transporte y tecnología, China y Perú también han manifestado su intención de mejorar la colaboración en la industria pesquera, centrando sus esfuerzos en la promoción de un desarrollo sostenible dentro de este sector. Ambas naciones ratificaron su compromiso con el multilateralismo y el sistema internacional respaldado por las Naciones Unidas.
El apoyo a un sistema de comercio multilateral que sea abierto y no discriminatorio, basado principalmente en las normas de la Organización Mundial de Comercio (OMC), fue otro de los temas abordados. Las dos naciones se comprometieron a promover reformas dentro de la OMC, así como a fortalecer el sistema de resolución de disputas.
El desarrollo del megapuerto de Chancay se erige como un proyecto clave en la relación entre China y Perú. Se estima que la infraestructura portuaria aportará alrededor de 4.500 millones de dólares a la economía peruana, representando un 1,8% del PIB del país. La fase inicial del proyecto está proyectada para contribuir con un 0,9% del PIB en el próximo año.
Con una capacidad para recibir los buques de mayor tamaño en el mundo, el puerto de Chancay ofrecerá a las navieras una alternativa más económica para el transporte de mercancías. Esta infraestructura no solo facilita el desembarque de productos chinos en Sudamérica, sino que también potencia la exportación de recursos naturales como minerales y productos agrícolas peruanos hacia el mercado asiático.
El ministro de Comunicación y Transportes de Perú, Raúl Pérez Reyes, ha afirmado que el megapuerto permitirá al país consolidarse como un hub logístico en la región de América Latina. Sin embargo, hay preocupaciones sobre el impacto laboral de este proyecto, ya que críticos señalan que las inversiones chinas en otros lugares han priorizado empleos para trabajadores provenientes de China, en lugar de la mano de obra local.
A pesar de las opiniones divergentes sobre sus implicaciones sociales y ambientales, el megapuerto de Chancay promete reducir considerablemente los tiempos de transporte, pasando de 40 a tan solo 28 días en promedio para las mercancías que viajan desde Perú a Asia. Esta agilidad en la distribución podría ser un atractivo significativo para los operadores logísticos que buscan eficiencia en sus operaciones.