Desde Nicolás Wiseman, hijo de un comerciante irlandés afincado en la calle Fabiola a finales del siglo XVIII, Sevilla no había tenido a ninguno de sus hijos en el Colegio Cardenalicio. Ha tenido muchos arzobispos cardenales desde el conquense Gómez Álvarez de Albornoz al vallisoletano Carlos Amigo Vallejo. Pero salidos de pila en Sevilla, apenas un puñado. Y tampoco la ciudad ha sabido reconocerlos a pesar de su estrecha relación con la Iglesia. Es difícil de explicar que una tierra de curas como esta, en la que el sacerdote aún mantiene una 'autoritas' social frente a otras zonas mucho más secularizadas, haya dado tan poco boato a Miguel Ángel Ayuso Guixot, una de las mentes más lúcidas del Vaticano en...
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