Las medicaciones de tipo hipnosedante son ya la segunda droga más común entre los menores de edad. La proporción de jóvenes madrileños de entre 14 y 18 años que han consumido benzodiacepinas es de más de un 15% y la mitad de ellos lo hace sin prescripción médica . Una auténtica barbaridad. Así lo señala la directora general de Salud Pública de la Comunidad, Elena Andradas, en conversación con ABC, lo que supone el doble de proporción desde 2006. Una tendencia que, lejos de amainar, va en ascenso y que sitúa a estas sustancia solo por detrás del cannabis en el listado de las ilegales (en el caso de tomarlas sin receta de un facultativo) entre la población adolescente de la región. Este es el dato frío, la punta de un iceberg que cristaliza en el día a día del trabajo de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Las constantes operaciones en los narcopisos de la capital y alrededores dejan claro que estas drogas son las estrellas invitadas en el mercado negro de venta y consumo que se lleva a cabo en las viviendas de los traficantes de barrio. Las benzodiazepinas son las principales de este epígrafe, pero otros relajantes y opiáceos, como la ketamina (que es un anestésico veterinario) arrasan en las calles de Madrid. La situación, tanto a nivel médico como de seguridad ciudadana, es muy preocupante. Lo peor es que, según se ha descubierto recientemente, podría ser la herramienta que las organizaciones trasatlánticas utilicen para meter el temido fentanilo en España, cuya presencia es aún extremadamente residual; más allá del consumo excesivo de quienes lo tienen pautado por alguna enfermedad o el trapicheo que algunos de estos pacientes pueda hacer con sus recetas médicas. El comercio ilegal de este tipo de sustancias, explica un experto de la Guardia Civil, es poliédrico. «Por ejemplo, en pelotones ciclistas se utilizaba el diazepam [conocido con su genérico o con marcas comerciales como Valium] para que, al dormir, a estos deportistas se les relajara la masa muscular. Se consigue que la sangre vaya a todos los capilares de los músculos, pero había un problema: este medicamento interviene en el sistema nervioso central y había caídas en plena carrera porque iban colocados», explica. Ahora, en ese mundillo se ha sustituido el diazepam por otra sustancia que no afecta al cerebro, sino que solo actúa en los nervios que intervienen en la masa muscular. Es la tizanidina, vendida con la marca comercial Sirdalud y que, según pronostican expertos en dopaje, no tardará en engrosar la lista de sustancias prohibidas en el deporte de competición. Sin embargo, el uso mal llamado lúdico es el que más preocupa. La doctora Andradas explica que la toma de hipnosedantes se da más entre las chicas jóvenes (22%, según el último estudio realizado por la Consejería de Sanidad, con datos de 2023), frente al 9% de los varones de entre 14 y 18 años. «Este consumo crece conforme aumenta la edad. Esto no significa que lo tomen todos los días, pero es cierto que lo han hecho alguna vez en el último año. En el último mes, el 12% de las chicas de esta edad los han ingerido, y a diario lo hacen el 7%», añade la directora general de Salud Pública de Madrid. En lo referente a adultos, Andradas también maneja datos. Hay que tener en cuenta que el consumo problemático se analiza a través de las urgencias hospitalarias atendidas. Y eso revela que la segunda sustancia psicoactiva es la benzodiacepina, en un 32,4%, seguida de la cocaína (20,9%). La primera es el alcohol, que se lleva seis de cada diez casos. La Memoria de la Fiscalía de Madrid conocida recientemente, con datos de 2023, arroja que fueron detenidas 244 personas en 97 narcopisos de la región. En esos puntos de venta de droga se han aprehendido casi 42 kilos de cocaína, 67 de hachís, 73 de marihuana y 1,7 de heroína. Pero si nos vamos a sustancias sintéticas, aparecen el GHB, la metanfetamina, el 'popper', la ketamina, la mefedrona, el 'tusi' o 2CB (denominada cocaína rosa), sildenafilo (estimulante sexual masculino), speed, benzodiazepinas y Rivotril, entre otras drogas. Las sustancias aprehendidas son marginales, en comparación con las mal denominadas drogas duras, pero es habitual que en estos lugares haya pocas cantidades almacenadas por si, como es el caso, aparece la Policía. Las organizaciones, muchas provenientes de la Cañada Real, las van reponiendo poco a poco desde sus 'guarderías'. Sin embargo, otros datos apuntan a que el problema es mucho mayor y con un trasfondo más oscuro, que es la elaboración del karkubi, conocida antes como la droga de los pobres en Marruecos pero que está ya asentada en España en las noches de ocio. Una operación de la Policía Nacional y el Servicio de Vigilancia Aduanera de la Agencia Tributaria llevó a los agentes a una empresa de transportes de Getafe, donde descubrieron dos cajas con un horno en el interior de cada una de ellas. Al retirar el panel metálico, localizaron ocultos 348 botes de pastillas que contenían un total aproximado de 80.000 comprimidos de benzodiacepinas: mezclan Rivotril (clonazepam) con hachís para hacer el karkubi. Los investigadores advirtieron de que se estaba introduciendo la nueva droga mediante la apariencia de un conocido medicamento, aprovechándose tanto del envase como del etiquetado comercial. Además, la cantidad de comprimidos que alojaba cada uno de los envases intervenidos era cuatro veces mayor a la que comercialmente se lleva a cabo en la venta normal. «Puede ser que se use entre jóvenes para lo mismo que la ketamina, en el tema del ocio –narra un agente de la élite de la Guardia Civil a este periódico–. Se mezclan con alcohol y otras drogas. Las benzodiacepinas están en un grupo de especial protección, no es fácil hacerse con ellas . Algunas son de dispensación hospitalaria y las demás tienen un seguimiento muy fuerte: un farmacéutico, cuando recibe una receta de un psicotrópico, aunque sea privada, tiene que guardarla al menos durante tres años para su trazabilidad. Lo que ocurre es que se prescribe a más gente y también hay una venta ilegal en internet». Y ahí llega otro problema, la seguridad. Porque, como el investigador matiza, «los medicamentos extranjeros no se pueden vender en España, y hay muchísima falsificación». Recientemente, se ha descubierto una nueva página web que clona la de una farmacia legal de Almería. En ese y otros miles de sitios web, se puede comprar todo tipo de medicamentos sin autorización alguna. Uno de ellos es también la oxicodona, con la que se trafica a pequeño nivel y se mezcla con otras sustancias como la mefedrona para conseguir un efecto sube-baja, que es lo que está de moda. «Los países mediterráneos somos más de tomar excitantes que depresores, al revés que en Estados Unidos, donde el fentanilo sí está arrasando. Todos los medicamentos psicoactivos se usan para darte un viaje, combinándolo con alcohol. Y en un narcopiso te puedes encontrar de todo, porque son drogas baratas y porque allí acuden a comprar, pero también a consumir», remata. Considera que «lo que llega a los chavales es más de gente que vende parte de su tratamiento pautado, lo cual es peligrosísimo». ¿Cuál es la razón de esto que esté ocurriendo? Andradas echa mano de otra encuesta realizada por su departamento entre jóvenes de 14 a 16 años: «Cuando preguntamos sobre múltiples hábitos de vida con un impacto en la salud, el 68% de las chicas considera que, aunque su estado de salud es bueno, manifiestan estrés, y en los chicos es del 40%. Hablan de malestar psicológico. Prácticamente, el 47% de ellas señalan que los deberes escolares las agobia mucho. Una buena parte consideran que, pese a su esfuerzo, sus notas son más bajas que lo que deberían». Esto se refleja en sus hábitos de sueño : el 65% de los jóvenes duermen de lunes a viernes menos horas de las que se recomiendan, que son siete u ocho; y el resultado es que lo hacen poco más de seis horas.