Empieza a tener buena pinta el Real Madrid, a funcionar lo que antes no había manera de arrancar. El miércoles, en Champions, espera el Liverpool, en un partido grande en Anfield y dos encuentros atrás, nadie hubiese dado un euro por los de Ancelotti. Tras el choque de Osasuna y el del Leganés, el Madrid ya se parece al Madrid y por qué no va a hacer un buen papel en un estadio mítico. Son los lugares que le gustan cuando se encuentra bien. Y tras mucha queja esta temporada, el Madrid se ha encontrado.
Fue muy superior al Leganés todo el partido, en ataque y en defensa, pero sobre todo, lo más importante, lo que más se le echaba en cara, es que fue equipo intenso, con ganas de pelear la pelota, de morder al rival, de correr y de mandar. Así, sólo con esa actitud, las cosas son más sencillas en casi todos los partidos. El Leganés, que llegó al partido con alguna esperanza, apenas dejó detalles de Juan Cruz y algunos minutos de combinaciones, cuando el Madrid se tomaba un respiro. No han sido muchos los encuentros esta temporada en los que los de Ancelotti dominan con tanta claridad.
Empieza a funcionar un mediocentro como Camavinga, que ha aprovechado a muerte la ausencia de Tchouameni y ya nadie le va a quitar de allí. Con él, el equipo primero piensa en ir hacia delante a robar antes que echarse atrás. Se equivocará, claro, porque es joven y es impetuoso, pero eso es parte del aprendizaje. Al Madrid le viene de perlas, porque aparece por cualquier lado del campo y no se cansa. Camavinga es parte del cambio, y parte también, y mucha, es Bellingham. No sólo volvió a ver portería, en el tercer tanto del partido, es que hizo lo que quiso con la pelota. Le ha costado ser el Jude que vimos el año pasado, pero para nada es casual que la merjo versión del Madrid aparezca con la mejor versión de Bellingham,
Fue el quien robó el balón para que Vinicius diese a Mbappé el primer gol del encuentro. Presionó Camavinga, estuvo listo el inglés y Vinicus, más rápido que nadie, se la dio a Mbappé. El delantero centro se la dio al extremo. Porque durante la primera parte, Kylian estuvo más pegado a la banda y Vinicius fue delantero. No está claro que termine de funcionar, pero da una pista de que Ancelotti, pasado el primer tercio de la temporada, está dispuesto a abrir su mente.
Se vio con la sorprendente titularidad de Güler, tan requerido en las redes sociales y tan reacio Ancelotti a ponerlo. Le costó entrar en juego, porque el Madrid se iba a la izquierda, pero cuando lo hizo, dejó unas pinceladas asombrosas. Primerao un caño en el centro del campo, suave y preciso y después, un caracoleo en el área. No se usa esa palabra, porque ya no se caracolea, pero Güler, tan joven, lo hizo. Si no marcó gol, fue porque Dimitrovic es un gran portero.
Tuvo mejor actitud y juego el Madrid que ocasiones durante la primera mitad, como si les costase encontrar la pausa buena para el tiro, pero al final llegó con Mbappé y el choque ya fue un paseo para el equipo blanco.
Después del choque contra el Barcelona, parecía que la temporada iba para desastre absoluto ya ahora tiene al líder a tiro y con las sensaciones cambiadas.
Ha despertado tanto el Madrid que ya las bajas no son un problema. Si falta Carvajal, ahí está Valverde para ser mejor lateral derecho que el ochenta por ciento de los laterales derechos del mundo. Corre como ellos, defiende como ellos, pero ellos no tienen el golpeo de balón del uruguayo. No sólo para sacar la pelota, también para lanzar las faltas, como sucedió en el segundo tanto. Fuerte y muy rasa, lo que es casi imposible, proque la tendencia del balón suele ser ir para arriba. Pero el de Valverde entró pegadito al palo, mientras Dimitrovic, de repente, daba la sensación de no ser tan bueno como habíamos visto, pensando y escrito unas líneas antes.
Sí lo es, pero es que Valverde es mejor. Como lo es también Asencio, al que no le pesa nada la responsabilidad. Había un problema de centrales.
Ya no lo hay.
Ancelotti aprovechó los últimos minutos, quizá demasiado últimos, para hacer cambios y quitar a Mbappé justo después de un gol que tenía que haber sido y no fue. Un día le entrarán.
