Bill Gates, sin complejos, ya explicó que «la energía nuclear, en términos generales de historial de seguridad, es mejor que otras energías». Teresa Ribera, todavía vicepresidenta española, a punto de tomar posesión como vicepresidenta de la Comisión Europea, dejará también el ministerio de Transición Ecológica tras haber firmado, hace unos días, la Orden Ministerial que renueva los permisos para que la central nuclear de Trillo siga en funcionamiento hasta 2034. Ribera, furibunda antinuclear y talibán climática ya tuvo que hacer de tripas corazón para acceder a la Comisión que preside Ursula von der Leyen. No le quedó más remedio que aceptar que cada país de la Unión Europea es libre para apostar por la energía nuclear como una opción válida. Era, entre otras, una exigencia de la Francia de Macron, pero también de otros países, que ven a la nuclear como la solución a sus problemas energéticos. En Europa está muy presente que la crisis de la economía alemana tiene parte de su origen en el abandono, tan radical como precipitado, de la energía nuclear, decidida por la ex-canciller Angela Merkel, tras el accidente de la central de Fukusima tras el tsunami que llegó a las costas japonesas. Merkel, confiada en el gas ruso cuando también Vladimir Putin parecía menos ogro, hizo un cálculo electoral, porque en Alemania los verdes estaban en alza. Es tarde para dar marcha atrás, pero en Alemania lamentan aquello.
Teresa Ribera, según ella misma, permaneció en su despacho tras la Dana en lugar de acudir a Valencia, porque pensaba que así era más útil. Eso no impidió que durante casi veinte días no diera señales de vida y que cuando lo hizo fue para arremeter contra Carlos Mazón, cada día más fiambre político, algo que él debería saber, pero que nadie sabe si es consciente de ello. La ministra, ni nadie del Gobierno de Pedro Sánchez, han dicho que la electricidad volvió con rapidez a la «zona cero» de la Dana gracias a la producción de la central nuclear de Cofrentes, como detalla Cristina Ruiz en las primeras páginas de este suplemento.
Todas las demás fuentes de energía eléctrica que podían abastecer a las áreas afectadas por la catástrofe estaban inservibles y fue la nuclear la que ejerció de red de seguridad y demostró su utilidad y su fiabilidad. España, a pesar de los esfuerzos del Gobierno por erradicarla, todavía tiene en funcionamiento siete centrales nucleares, que aportan un 20% de toda la generación eléctrica anual. Es una aportación muy estable y fiable, porque «la energía nuclear funciona casi siempre a plena carga», como apunta Javier Revuelta Alonso en el informe «Pasado, presente y posibles futuros de la energía nuclear en España», publicado por Fedea, uno de los principales «pensadores» económicos españoles, que dirige Ángel de la Fuente.
Ese «casi siempre» es muy poco «casi» y mucho «siempre» porque «los reactores nucleares sólo paran de manera programada para los periodos de recarga de combustible y trabajos de mantenimiento, que se tienen que realizar cada 18 meses –salvo Cofrentes, cada 25 meses, y Trillo cada 12 meses–», como detalla Revuelta Alonso. Añade también que esos periodos son de «aproximadamente un mes».
España es y será cada vez más una potencia mundial en energías renovables, gracias al sol y al viento. Es una enorme ventaja competitiva que hay que aprovechar, lo que no impide que sea necesaria una red de seguridad porque la energía solar y la eólica dependen de circunstancias y condiciones naturales impredecibles y también incontrolables. La energía nuclear, que ya está considerada más limpia que la de origen fósil, es la alternativa más obvia y fiable. Es la opción que han elegido muchos países, y también instituciones internacionales, que se han planteado el objetivo de multiplicar por tres la producción nuclear en el horizonte de 2050.
Javier Revuelta, en su informe, precisa que «la energía nuclear podría ser la aliada de la transición energética incluso durante muchos siglos ante el potencial desarrollo de los denominados reactores rápidos de IV Generación que, entre otras muchas ventajas, garantizan la disponibilidad del recurso durante muchos milenios sin apenas generación de residuos». España, aunque todo puede cambiar, camina hacia la supresión de la energía nuclear cuando 15 países de Europa tiene nuevos proyectos nucleares e incluso Italia estudia suspender la prohibición de construir centrales nucleares y plantear su uso en un referéndum y otros países también estudian revisar las prohibiciones. Es lo que también recomienda Mario Draghi en su informe sobre el futuro de Europa, sin olvidar que la nuclear en términos de seguridad es mejor que otras, como dice Bil Gates.