El 24 de diciembre a las siete de la tarde el Papa Francisco atravesará la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro abriendo oficialmente el Jubileo del 2025 bajo el lema ‘Peregrinos de la Esperanza’. A lo largo de los próximos doce meses van a llegar a Roma millones de peregrinos de todo el mundo. Las estimaciones varían entre los treinta y los cuarenta millones de fieles.
En la milenaria historia de la Iglesia se han celebrado ya veintiséis Jubileos. El primero lo convocó Bonifacio VIII en el año 1300 y estaba previsto que se repitiera cada siglo ,pero ese intervalo fue considerado demasiado largo y desde hace ya algún tiempo el Año Santo Ordinario tiene lugar cada 25 años aunque los papas se reservan la potestad de proclamar Jubileos extraordinarios como hizo Juan Pablo II y Bergoglio en el 2016 con el Año Santo de la Misericordia.
En la carta que el Santo Padre dirigió a Rino Fisichella encargándole la organización del Jubileo 2025 afirmaba que «debemos mantener encendida la antorcha de la esperanza que nos ha sido dada y hacer todo lo posible para que todos readquiramos la fuerza y la certeza de mirar el futuro con ánimo abierto, corazón confiado y mente previsora».
El Jubileo debe ser vivido con espíritu comunitario y no individualista para poner de manifiesta que la Iglesia es un pueblo que camina en el mundo y se siente y se manifiesta solidario con todos los hombres y mujeres a los que considera hermanos miembros de una única familia querida por Dios . En estos tiempos dramáticos, la esperanza es más necesaria que nunca y, como ha recordado el Papa argentino en un libro reciente «la esperanza no defrauda nunca». En ese sentido la esperanza cristiana es dinámica y debe iluminar la peregrinación de nuestras vidas.
