Llevaba dos partidos sin marcar y nadie se alteraba.
Robert Lewandowski no sólo suele ser infalible sino que se enfrentaba a una de sus víctimas preferidas: el
Celta. Le había endosado un doblete en cada uno de los dos partidos anteriores y le dio otro mordisco en el tercero. Al cuarto de hora del segundo tiempo, su tozudez le llevó a marcar el 0-2.
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