Montevideo.- Julio María Sanguinetti ha estado al frente de su país en dos ocasiones (1985-1990 y 1995-2000) y es uno de los políticos más experimentados de Sudamérica, pero a pesar de ello es consciente de las limitaciones del poder. La presidencia, asegura, “es una constante lucha entre aspiraciones y posibilidades” y por eso es tan importante lo que se hace como lo que se evita.
Sanguinetti habla con EFE antes de que el país sudamericano afronte la segunda vuelta de las elecciones para elegir al presidente del periodo 2025-2030 entre Yamandú Orsi, del izquierdista Frente Amplio, y Álvaro Delgado, del conservador Partido Nacional, la fuerza política que actualmente ostenta el poder.
“El ejercicio público nunca es fácil. Ser presidente, ministro o legislador no es sencillo. Desde afuera, las cosas se ven de otro modo. La presidencia es una constante lucha entre aspiraciones y posibilidades”, reflexiona este veterano político, nacido en Montevideo en 1936.
Para él, el ejercicio del poder “es una constante agonía que hay que administrar diariamente, entre lo que se desea, lo que se anhela, lo que se quiere alcanzar, y lo que se puede lograr”.
“el ejercicio del gobierno es lograr lo mejor posible”, asevera.
El exmandatario, quien gobernó Uruguay en períodos que se caracterizaron por el retorno y consolidación de la democracia tras la dictadura militar (1973-1985) y por diversos desafíos políticos, económicos y sociales, confiesa que siempre se accede a la presidencia soñando con muchas cosas que luego resultan imposibles por las limitaciones que existen.
Un ejemplo de esto, relata, es lo que le sucedió al actual Gobierno de Luis Lacalle Pou, que asumió el 1 de marzo de 2020 y a los pocos días tuvo que afrontar la pandemia por la covid-19.
La responsabilidad presidencial “es indelegable en cuanto a las decisiones fundamentales”, cuenta Sanguinetti, consciente de que se puede especular, sopesar y analizar, pero al final hay que tomar una decisión. Y además hay que lidiar con la opinión pública.
“La gente mira al presidente y cree que tiene todas las capacidades, todas las posibilidades, que poco menos que puede hacer un milagro, cuando (la realidad es que) uno vive sufriendo lo poco que puede hacer en relación con lo que anhela”.
En el caso de los mandatarios elegidos democráticamente también está presente otra circunstancia: “tanto o más importante que lo que hacen es lo que se evitan”.
“La tarea fundamental es evitar. Evitar desequilibrios financieros, evitar desequilibrios económicos, evitar desequilibrios institucionales, evitar muchas cosas que luego a su vez nadie va a reconocer o agradecer, porque como no ocurrieron, nadie se las va a reconocer”, explica.
En vísperas del balotaje que este domingo disputarán Yamandú Orsi y Álvaro Delgado, Sanguinetti describe los principales desafíos que tendrá el próximo Gobierno de Uruguay. Al respecto, el exlíder del histórico Partido Colorado sostiene que el país afronta los retos propios de un tiempo “de una enorme incertidumbre” que se ha ido generando poco a poco y casi imperceptiblemente.
Tras la caída del muro de Berlín en 1989 parecía que el mundo había llegado “a un nivel de consenso y paz que resultaba prácticamente eterno”, pero después han ido apareciendo más y más dificultades.
“Tenemos un mundo absolutamente distinto, con un retroceso en la globalización comercial, un retroceso en la paz, un retroceso en la vida democrática, una América Latina con una democracia absolutamente asediada por los populismos”, se lamenta Sanguinetti.
En este sentido, destaca “el clima de estabilidad política institucional” del que disfruta Uruguay y agrega que su primer desafío es, precisamente, preservarlo. Una buena prueba de ello fue la histórica y emotiva jornada que vivió el Senado uruguayo el 20 de octubre de 2020.
Ese día, presentaron la renuncia simultánea dos expresidentes: Julio María Sanguinetti y José “Pepe” Mujica. Ambos, de 84 y 85 años respectivamente, decidieron dejar sus escaños debido a su avanzada edad y preocupaciones de salud generadas por la pandemia del coronavirus.
“Uruguay tiene mucho que preservar, mucho por desarrollar”, reflexiona.
Los desafíos futuros tendrán que ver con lograr la capacidad de innovación y modernización suficiente del sistema productivo para poder sostener el sistema de desarrollo social del país y seguir proyectándolo hacia el futuro”.
En una reflexión muy parecida a la que esta misma semana hizo en entrevista EFE Jose “Pepe” Mujica, Sanguinetti recalca que esa tarea se juega en el terreno de la educación y la innovación en la producción. “Ésa es la síntesis del desafío que tenemos por delante”, concluye.
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