Por razones ajenas a mi voluntad −como diría un declarante que aspira a no ser censurado−, llevo una temporadita más ocioso de lo que acostumbro, razón por la cual, me temo, veo la televisión en demasía. El caso es que este pasado miércoles, 20 de noviembre, hacia el mediodía, he visto durante unos treinta minutos un programa en la cadena Cuatro, titulado “En boca de todos”.