Terminó la guerra de España; muchos católicos fueron asesinados por odio a la religión. Pero Satanás y sus esbirros fueron vencidos. Satanás, astuto y taimado, padre de la mentira, vio que con la violencia no conseguía su propósito de terminar con la Iglesia Católica; lo que hacía eran mártires, y lo que quería hacer era apóstatas. Por tanto, cambió sus planes: tendría que infiltrarse en la Iglesia, pues desde dentro sería más fácil.