Desde que la empresa americana Liberty Media se hiciera con el poder en la Fórmula Uno tras pagar una millonada al fondo de inversión CVC (y provocara la salida de Bernie Ecclestone, el creador de la F-1 actual), las carreras en suelo estadounidense se han convertido en una obsesión y este fin de semana, por segundo año, la competición aterriza en Las Vegas, en pleno noviembre y con un frío que ha cogido por sorpresa a todo el mundo. Todo para que el show se produzca a la hora «feliz» en la ciudad del pecado, a las diez de la noche (siete de la mañana en España). Porque en el país americano el fervor que se vive en la actualidad con la F-1 no lo esperaban ni los organizadores. El precio de las entradas y los «paquetes» para VIP este fin de semana han alcanzado precios inquietantes que oscilan entre los 300 y los 35.000 dólares (hospitality y acceso a garajes en algunos casos) y todo apunta a que este tipo de carreras y de circuitos (urbanos y artificiales) se irán imponiendo. Nueva York y otras capitales americanas están negociando para entrar en el calendario.
En Las Vegas Max Verstappen puede proclamarse campeón del mundo por cuarta vez después de pasarse más de media temporada sobreviviendo a un coche que ya no es el mejor y con McLaren y Lando Norris atacando a fondo. Pero los ingleses no han podido con la agresividad y la tremenda eficacia del neerlandés. Hasta hace varias carreras la lucha por el título seguía abierta, sin embargo, Norris cometió demasiados errores y tiró a la basura el tremendo esfuerzo hecho por la estructura británica, que puede decirse que en 2024 tuvo el mejor coche…aunque no el mejor piloto. Para que Verstappen sea campeón no hay que hacer demasiadas cábalas. Depende de sí mismo y con quedar por delante de su rival alcanzará el título. Hay 86 puntos en juego porque quedan tres carreras y una de ellas tendrá prueba sprint. Pero todo apunta a que Verstappen podría dejarlo hecho ya.
Estas son las cuentas del piloto de Red Bull: es campeón si gana el Gran Premio o cruza la meta por delante de Norris. Si no se producen estas dos situaciones las cosas irían así: Verstappen es campeón si acaba segundo y Norris no vence; si Norris no gana, es tercero y además hace la vuelta rápida; si Norris es tercero o peor y Verstappen hace cuarto y la vuelta rápida; si Norris es cuarto y Verstappen quinto; y así de forma progresiva hasta llegar a un final con Norris sexto y Verstappen séptimo. Esas son las opciones. Y si no habría que esperar a la carrera de Qatar la siguiente semana.
La batalla del Mundial de pilotos está más o menos encauzada, pero la verdadera guerra está en el campeonato de Constructores. Ahí hay millones y millones de euros en juego y demasiados intereses por dilucidar. McLaren domina por delante de Ferrari y Red Bull, pero en realidad puede ganar cualquiera de los tres…y el favorito es Ferrari, porque sus dos pilotos parecen los más regulares en este sentido.
El caso es que Red Bull podría haberse hecho con el cetro hace ya varias semanas de no ser por el pésimo rendimiento de su segundo piloto, Sergio Pérez, cuya mala temporada va a costar mucho dinero al equipo energético. La tensión será máxima en este sentido para el ejército de estrategas que tienen las escuderías trabajando cada fin de semana, tanto en el circuito como en las «war room» en las sedes de las escuderías porque habrá que combinar el trabajo de los dos pilotos para obtener el máximo beneficio para los equipos. Y ojo a los finales y las decisiones de los comisarios, que no escapan de las polémicas.