Álvaro Pombo (Santander, 1939) está siendo noticia por la concesión del Premio Cervantes de este año. Poeta, novelista, ensayista, original tanto por los temas que suele tratar, poco frecuentes en el panorama literario actual, como por el modo de contarlos. Se nota su formación filosófica y también la influencia de la década en que vivió en Inglaterra. El año pasado, fue bien valorada su novela Santander, 1936 (Anagrama), en la que narra los sucesos de julio a diciembre de aquel año en su ciudad natal, que culminaron con el asesinato de falangistas y otros prisioneros en el buque Alfonso Pérez, el 27 de diciembre, una de cuyas víctimas era un tío suyo.
Se acaba de editar El exclaustrado (Anagrama. Barcelona, 228 págs.), novela ambientada en Madrid, como otras del autor, en la época actual. Una historia compleja sobre el encuentro, en parte casual, entre los cuatro protagonistas y sus consecuencias, casi un pugilato. Novela psicológica sobre la identidad, la comunicación, el sentido de la existencia, la religiosidad, entre otros temas, con una trama bien dosificada y con tensión creciente en las relaciones entre los cuatro personajes.
Juan Cabrera colgó los hábitos cuando llevaba más de treinta años en un monasterio benedictino, las razones no se especifican demasiado. Vive en un apartamento del barrio madrileño de Argüelles, casi tan enclaustrado como antes. Lee mucho sobre filosofía y teología y llena páginas y más páginas con sus reflexiones, entre la duda y la creencia, sobre Dios, la Iglesia, el sentido de la existencia... La visita de su sobrino Jaime, estudiante de Derecho, lo pondrá en relación con Antón Rubial, profesor al que el sobrino admira, y que, muchos años atrás, había sido expulsado del noviciado benedictino, por un comportamiento que a Cabrera, que era el formador, le pareció indigno. El cuarto protagonista es Petri Gillard, una chica de pueblo, que conoce a Rubial en uno de los locales nocturnos que frecuenta y acabará casándose con él. Pero, meses después, el maltrato psicológico al que Antón la somete la lleva a abandonar el hogar y a buscar el amparo de Jaime y de su tío.
Escrita en tercera persona, el propio narrador interviene de vez en cuando, para opinar o para interpelar al lector sobre lo que se está contando. Se nota la formación filosófica de Pombo, en boca de Cabrera, con bastantes referencias al pensamiento de Sartre, sobre todo. El exclaustrado es una figura desubicada, solitaria, que descubre tarde la importancia de las relaciones con los demás, y no sabe cómo comportarse, a pesar de sus buenas intenciones. Jaime, poco maduro aún, cambia con frecuencia de opinión tanto sobre su tío como acerca de su maestro y se contagia de las contradicciones de los otros. En Petri, hay ingenuidad e irreflexión, que provocarán la trifulca final. Y Antón Rubial es un personaje rechazable, por perverso, vanidoso, cínico, manipulador y vengativo, Pombo vuelve a algunos de los temas frecuentes en sus novelas, que mueven a la reflexión sobre las ideas y sobre las conductas.