Aún se siguen sintiendo el terremoto después de que Javier Milei aclarara por primera vez que su relación con Victoria Villarruel era fría y que no se hablaban más que por cuestiones institucionales. "No tiene ningún tipo de injerencia en la toma de decisiones", afirmó el presidente al ser entrevistado días atrás en LN+.
No se trató de una declaración cualquiera. Incluso, detalló que, según su versión, fue Villarruel quien decidió dejar de ir a las reuniones de Gabinete en Casa Rosada. "Decidió no participar. Hace mucho tiempo que decide no participar", describió, acusándola de haber abandonado el lado libertario para pasar a estar más cerca del "círculo rojo o la casta", dos grupos a los que Milei dice aborrecer.
Villarruel les reconoció a los suyos que la forma y el momento en el que se dieron las declaraciones la agarraron desprovista. La sorprendieron. Luego tanto Manuel Adorni como Guillermo Francos buscaron bajarles el tono a las palabras de Milei, aunque en el Gobierno reconocen que no hubo segundas interpretaciones y que quiso decir lo que dijo.
En paralelo, la vicepresidenta estuvo estudiando si responder o no y, si lo hacía, qué tono usar y qué medios elegir. Eso finalmente se decidió el jueves por la tarde.
"Va a salir en algún momento a aclarar algunas cuestiones", confirmaron desde su entorno a El Cronista. Aún se desconoce si elegirá hacerlo lo antes posibles, para evitar que el tema haya quedado viejo cuando se produzca la república o si, por el contrario, saldrá cuando baje la espuma mediática. De por sí, afirman que bajo ningún punto de vista planea abandonar su puesto y que tampoco buscará ser disruptiva.
La dirigente fundadora de La Libertad Avanza quiere dar su versión de algunas acusaciones que le hizo Milei. Fue el triángulo de hierro el que la marginó de las reuniones de Gabinete, dicen desde su lado. Una buena parte de eso puede atribuirse a su mala relación con la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei.
Según cuenta una persona que las conoce desde 2021 -cuando se dio la primera campaña electoral libertaria-, el vínculo entre ambas ya era tenso desde entonces. Aunque al comienzo Javier Milei no tenía un problema particular con ella, la tensión con su hermana fue horadando su vínculo, problema que se fue agrandando con el tiempo.
Un primer cortocircuito se dio en el cierre de listas del año pasado, cuando a último momento los armadores de Milei en la provincia de Buenos Aires deciden darle espacios privilegiados al massismo. Más tenso fue después, cuando el entonces candidato libertario le comunicó a Patricia Bullrich y a Luis Petri que quedarían a cargo de los Ministerios de Seguridad y Defensa, dos áreas que se le habían prometido a Villarruel al comienzo de la campaña.
La presencia de la Vicepresidenta de la Nación por la Casa Rosada fue exigua. Apenas asumido el gobierno, Milei se aprestó a hacer reuniones de Gabinete con prácticamente toda la plana mayor del Poder Ejecutivo. Villarruel se fue ausentando en cada vez más ocasiones, hasta el punto de que una vez no volvió más. "Ellos saben lo que realmente sucedió", dicen asesores de la dirigente.
Por sobre todas las cosas, Villarruel considera que el Presidente no guardó el mismo silencio que ella mantuvo durante estos meses. Desde que comenzó su rol como titular en el Senado, solo salió a hablar una única vez: fue en marzo, cuando estuvo con Jonathan Viale en TN. A pesar de ser haber sido un solo reportaje, su contenido fue clarificador para entender los matices que había en la cúpula presidencial; algo que hasta ese momento solo se reconocían en privado.
Además del recordado "pobre jamoncito" (apodo que usó para referirse al jefe de Estado, quien debía mediar entre Karina Milei y ella misma), aquel fue el punto en donde se reconocieron los primeros polos de conflicto con su compañero de binomio y su equipo de Gabinete: el aumento de los sueldos de los senadores, la decisión del Ministerio de Defensa de modificar la ley de Seguridad Interior, entre otros; fueron puntos en los que marcó disidencia.
Hay una de las afirmaciones de Milei que se verifican en la realidad: la vicepresidenta no tiene injerencia en las políticas del Gobierno. No solo que la cúpula libertaria no le cedió ningún "raviol" para colocar a su gente, sino que tampoco la consideran para las elecciones del año próximo.
"Ni ella ni su gente va a ocupar un lugar en ninguna de nuestras listas", afirmó un alto funcionario del Gobierno en diálogo con El Cronista, quien asegura que el alto desempeño que muestra la vice en las encuestas no traería correlato en las urnas. " Sin nosotros no mide más de 3%", agregó, en tono de sorna.