Aunque son muchas las úlceras, gangrenas y tumefacciones que dañan esta España pastoreada por lobos, no puedo dejar de referirme a la indigna e indignante despedida que se ha dispensado al tenista Rafael Nadal ; pues su deslucimiento birrioso es también una expresión palpable de la degradación que se respira en nuestro país. Nos caiga más o menos simpático, lo cierto es que Nadal es el más relevante deportista español de nuestra época y de cualquier época; y tal vez –si nos atenemos a su palmarés– el segundo mejor tenista de todos los tiempos, sólo por detrás de Djokovic, y sin ningún género de dudas el indisputado dominador de la tierra batida, con marcas sobrehumanas que no creo que puedan...
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