Ya sean conductores de automóviles, de vehículos motorizados de dos ruedas, ciclistas o peatones, es habitual que se critiquen las conductas ajenas, asumiendo siembre que las propias son las correctas. Es la difícil convivencia entre diferentes medios de locomoción que pone en duda en qué medida respetan las normas de uso compartido de la vía pública. Aunque el coche sigue siendo el principal medio de transporte, los europeos también optan por otras formas de desplazamiento más activas en sus trayectos diarios: el 66 % suele ir a pie (sin cambios respecto a 2023), mientras que el 21 % se desplaza en bicicleta habitualmente (un punto por debajo que en 2023). Además, el 6 % utiliza vehículos motorizados de dos ruedas y el 3 % prefiere un patinete o hoverboard. En cuanto a los españoles, el 77 % camina regularmente, siendo el país europeo con mayor proporción de personas que eligen esta opción, muy por encima de los belgas (que ocupan la última posición con un 53%) y de los franceses (los penúltimos con un 57%). Sin embargo, únicamente el 7% opta por la bicicleta como medio de transporte, un 6% el vehículo motorizado de dos ruedas y un 2% un patinete o hoverboard. Con estas premisas, la Fundación VINCI Autoroutes ha publicado los resultados europeos de la cuarta edición de su estudio «Compartir la carretera». Una encuesta realizada por Ipsos entre 12,413 ciudadanos europeos que analiza el su comportamiento ante la convivencia de diferentes medios de transporte en la vía pública. Los resultados confirman la necesidad de que todos los usuarios incrementen la conciencia y el respeto a las normas de circulación para garantizar la convivencia. Así, una gran mayoría (92 %; 90 %) teme los comportamientos arriesgados de los demás. Los peatones también se ven muy afectados por los riesgos que asumen los demás usuarios. Así, un 89 % teme que los conductores de automóviles no se detengan en los pasos de peatones (93 %), y un 63 % afirma haber sufrido roces en la acera, por una bicicleta, un patinete o un hoverboard (66 %). También se ha extendido considerablemente el miedo a la agresividad de los usuarios al volante . Concretamente, el 81% tiene miedo de la brusquedad con la que conducen los usuarios de vehículos motorizados de dos ruedas (78 %), el 83 % de la de los conductores de coche (88 %) y el 80 % de la forma de moverse de los ciclistas (83 %). Sin embargo, la sensación de seguridad en bicicleta varía considerablemente según el país. Mientras que el 93 % de los neerlandeses se sienten seguros, solo el 59 % de los franceses tiene la misma impresión al pedalear, la cifra más baja de los 11 países encuestados, con 34 puntos de diferencia respecto a los primeros. Saber ponerse en el lugar del otro para comprender sus limitaciones y vulnerabilidades es uno de los beneficios de utilizar varios modos de transporte. El 60 % de los conductores europeos (38 %) utiliza al menos un medio de transporte distinto a caminar -vehículo motorizado de dos ruedas, bicicleta, patinete, etc.- (85 % de los neerlandeses y el 35 % de los británicos). No obstante, el 78 % de estos «multiusuarios» afirma tener más precaución con los demás en la vía: control de ángulos muertos, respeto de los carriles bici segregados y de las plazas reservadas a personas con discapacidad, vigilancia al abrir la puerta, etc. (83 %). De entre los conductores de automóviles que utilizan habitualmente la bicicleta, el 32 % cree que respetan mejor las señales que cuando van en coche (50 %) y el 62 % considera que un trayecto en bicicleta les exige tener más cuidado que en coche (77 %). Varias de las normas del código de circulación, cuyo fin es contribuir a un reparto equilibrado de la vía pública, no son conocidas, comprendidas y aplicadas por todos los usuarios, una situación que puede generar tensiones y que se agrava en el caso de las normas relativas a los ciclistas. Estas son algunas de las conclusiones Están reservados exclusivamente para los ciclistas permitiéndoles situarse por delante de los vehículos en un cruce regulado por semáforos, con el objetivo de que puedan ver mejor y ser vistos. Sin embargo, el 64 % de los conductores de vehículos motorizados de dos ruedas (72 %) y el 24 % de los conductores de automóvil (21 %) admiten invadir estos espacios al detener su vehículo. Estas señales permiten a los ciclistas avanzar en determinadas direcciones sin detenerse, aunque el semáforo esté en rojo, siempre que cedan el paso a peatones y otros vehículos. Ante el desconocimiento de estas señales, su cumplimiento por parte de los ciclistas puede ser percibido por otros usuarios como una infracción y un comportamiento arriesgado. No obstante, en ausencia de estas señales, los ciclistas no deben saltarse el semáforo en rojo, pero el 37 % de ellos admiten avanzar en situaciones no permitidas (54 %). Son espacios reservados para los peatones, sin embargo, los conductores de vehículos motorizados de dos ruedas y los ciclistas tienen la tendencia de aparcar en ella (el 66 % de los conductores de vehículos motorizados de dos ruedas; 77 %) o circular (el 72 % de los ciclistas habituales; 75 %; y el 46 % de los conductores de vehículos motorizados de dos ruedas; 42 %). Esta ocupación abusiva del espacio supone un peligro para los peatones, de los cuales el 63 % afirma haber sido rozado por una bicicleta, un patinete o un hoverboard mientras caminaba por una acera (66 %). A pesar de que son prácticas percibidas como inofensivas, estacionar en los carriles de circulación u ocupar espacios reservados para usuarios específicos obstaculiza la movilidad y pone en peligro a los usuarios vulnerables. Así, el 29 % de los conductores de automóviles admite aparcar habitualmente en doble fila (54 %), el 19 % utiliza el carril bus (19 %), el 12 % utiliza espacios reservados para personas con discapacidad (14 %) y el 13 % ocupa plazas dedicadas a vehículos eléctricos (11 %). Al igual que los carriles bici convencionales, estos están reservados para las bicicletas y los vehículos de movilidad personal (VMP), pero los conductores abusan de ellos. A pesar de ello, el 50 % de los conductores de vehículos motorizados de dos ruedas reconoce aprovecharse de ellos (49 %) y el 15 % de los conductores de automóviles reconoce ocuparlos para detenerse o estacionar (13 %).A esto se suma que el 34 % de los conductores de automóviles admite abrir la puerta sin comprobar si hay ciclistas cerca (28 %). Tanto en el caso de vehículos como de los peatones, saltarse un semáforo en rojo puede tener resultados terribles para el infractor y para los demás usuarios de la vía pública. Sin embargo, esta infracción es ampliamente reconocida por conductores, ciclistas e incluso peatones, muchos de los cuales ignoran el riesgo que supone cruzar cuando el semáforo les prohíbe pasar. Además el 64 % de los conductores de automóviles admite haber pasado con el semáforo en ámbar o rojo (65 %); el 37 % de los ciclistas habituales admite hacerlo también en situaciones en las que las señales no les permiten hacerlo (54 %); y el 56 % de los peatones admite haber cruzado por un paso de peatones, aunque el semáforo esté en rojo (71 %) y el 78 % admite atravesar ocasionalmente por donde no hay un paso de peatones, aunque dispongan de uno a menos de 50 metros (81 %). El uso de teléfonos y smartphones al volante, en el manillar o a pie: a pesar de ser una fuente principal de distracción, 77 % de los conductores de automóviles (67 %), incluido para programar el GPS (58 % de los peatones (64 %), 49 % de los motoristas (46 %) y 35 % de los ciclistas habituales (43 %) admiten usar sus dispositivos en la vía). Solo la mitad de los conductores activa el intermitente (52 %; 48 %) para informar a los demás usuarios de adelantamientos y para cambiar de dirección, un indicativo del individualismo y la indiferencia hacia los demás usuarios de la vía. Los conductores de vehículos pesados (camiones, autobuses, autocares) y los ciclistas corren un riesgo especial cuando calculan mal los ángulos muertos. No obstante, el 49 % (42 %) de los ciclistas afirma que adelanta a los autobuses o camiones por la derecha, aunque creen que prestan atención a los ángulos muertos. La ausencia o insuficiencia de dispositivos de iluminación y equipos reflectantes para circular en bicicleta por la noche pone en riesgo a los propios ciclistas y puede sorprender a otros usuarios de la vía. Sin embargo, esta medida de seguridad esencial sigue siendo ignorada por el 27 % de los ciclistas habituales (34 %). El uso del casco de bicicleta para adultos no es obligatorio en ninguno de los países que abarca la encuesta, excepto en España, donde se recomienda en zonas urbanas y es obligatorio fuera de ellas. De media en Europa, el 29 % de los ciclistas habituales lo utilizan con frecuencia (52 %). Esta cifra es inferior a la de los ciclistas británicos (54 %), españoles (52 %) y franceses (51 %), pero significativamente superior a la de los neerlandeses (7 %), que a pesar de ser los que más se desplazan en bicicleta, son los que menos utilizan protección.