Franz Wagner, campeón del mundo y discípulo de
Aíto García Reneses en el Alba Berlín, pegó al grito al cielo para proclamarse oficialmente estrella en medio del sepulcral silencio de un Crypto.com Arena que jaleaba entusiasmado en otra noche joven de
LeBron James. El alemán, precisión alemana y también sangre fría germana pero muñeca en llamas, dejó a los Lakers helados con un triple de bello y alto arco que puso el 118-119 para el final para los
Orlando Magic con 2,5 segundos por jugar. Un osado e inesperado triple para enfriar la euforia de los de púrpura y oro, que venían de seis victorias consecutivas.
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