Marrakech lleva muchas décadas de moda, pero parece que tras el terremoto de 2023 hubiera habido un boom. Todo el mundo quiere descubrir Marruecos desde aquí y hacerse las fotos coloridas de la medina y sus zocos, de su plaza Jemaa el-Fnaa, del histórico hotel La Mamounia o del desierto de Agafay. Las redes sociales son un altavoz imbatible: post de 10 imágenes en carrusel que te cuentan un fin de semana de película, por no hablar de los videos de 30 segundos en los que la pupila se dilata a golpe de pose y paisaje. El que no había viajado aún a este destino que combina glamour y exotismo ya lo está organizando. Pero consejo, calma.
En esta época de algoritmo y consumo rápido de todo, no se dedica el tiempo necesario a estudiar las guías de viaje de destino que, por cierto, sus actualizaciones empiezan a escasear en las librerías, ¿quién compra guías de viaje? Qué pena… cada vez están más en desuso, lectura lenta, maravillas del pasado. En fin, la vida sigue.
Una vez adquiridos los billetes, el riad, construcción típica marroquí con un patio en medio, vegetación y agua, es una de las opciones más apetecibles que además suele encontrarse dentro de la medina. En Marrakech, muchos riads están gestionados por foráneos, que enamorados de la "Ciudad Roja" eligieron este destino para abrir un hotel con todo lo auténtico del país, pero con su toque. En este caso, hemos encontrado dos ejemplos de españoles que decidieron empezar su aventura en el destino en el que el diseñador Yves Saint Laurent se inspiró y vivió gran parte de su vida.
Comenzamos con Xavier Aleñá y Stephane Cañón, del Riad Snan 13, amigos de Barcelona de siempre, tenían claro que querían abrir un hotel juntos en algún momento. En uno de los viajes de Stephan a Marrakech fue cuando comenzó todo. Se enamoró de la ciudad y al poco ya estaban buscando una casa antigua en el centro de la medina para reconstruirla. La obra duró tres años y en 2011 abrieron el riad, manteniendo la arquitectura marroquí con un aire mediterráneo, un lugar que resulta un bálsamo del caos ruidoso y colorido de los zocos.
Aquí, menos es más, pero ese menos está muy cuidado y nada aparece al azar: desde las dos grandes columnas que salen de la piscina, las rosas que flotan en cuencos por diferentes espacios o los botes artesanos de las amenities en el cuarto de baño.
Destacan los desayunos, completísimos, donde desde la cocina nos ofrecen varias recetas de huevos como «a la marroquí», con verduritas y especias, las tortitas con mermeladas caseras o el pan hecho en casa. Seis personas atienden el riad y son como una gran familia.
Sin saber cómo moverse por la ciudad, Xavier organizará la estancia por días: reservas en restaurantes, recomendaciones de tiendas y puestos en diferentes mercados, transportes para ir al desierto o a las cascadas de Ourika.
[[QUOTE:PULL|||Estos espacios resultan un bálsamo del caos ruidoso y colorido de los zocos]]
Otra de las propuestas «made in Spain» es la que hacen Inés Bultó y su primo Bruno Oliver Bultó, que abrieron en 2009 el Riad Abracadabra y, hace dos años, la Casa Abracadabra, que se encuentra a las afueras de la ciudad y supone una alternativa ideal para estancias más tranquilas o en familia. Con jardines, zona de piscina, 20 habitaciones y una villa familiar -con servicios de hotel- son famosos además por su restaurante y los talleres de pan marroquí, flores o clases de cocina. Lo interesante es que Inés, entre dos y tres semanas antes de llegar a Marrakech, envía por email una lista de unas 50 sugerencias de todo tipo, todas probadas por ella y, a veces, creadas en exclusiva para sus huéspedes, incluyendo eventos especiales. Tras el terremoto, organizó un proyecto de «crowdfunding» enfocado a la reconstrucción de uno de los pueblos bereber cercano, para ayudar en la recuperación de infraestructuras y agua potable. Todo ello hace que la experiencia sea muy personal y se pueda visitar este pueblo, especializado en cerámica, cenar en una auténtica casa bereber, realizar un trekking de dos horas por las montañas del Atlas y otras muchas opciones fuera de los circuitos masificados.
Así es como diferentes extranjeros han creado su propio universo en Marrakech, montando un hotel y trabajando, en su mayoría, con clientes de su país de origen. El riad y el hotel se convierten en la agencia de viajes y la guía que no se encontró actualizada en la librería. El turista cada vez es más comodón, qué duda cabe que si personalizan el viaje desde el hotel por el mismo precio se agradece, y si es en su idioma, mejor aún.