Un volcán en Islandia entró en erupción este miércoles en la península de Reykjanes. El evento provocó una corriente de magma que se dirigió hacia la Laguna Azul, el conocido spa geotermal que atrae a casi un millón de turistas cada año. El hecho obligó a evacuar tanto a los visitantes como a los residentes de la cercana ciudad de Grindavík, donde más de 50 hogares fueron desalojados. Este fenómeno constituye la séptima erupción en la región desde diciembre de 2023, lo que evidencia el resurgimiento de la actividad tectónica en el área.
La actividad volcánica ocurrió rápidamente y se originó en una fisura en el suelo, cubriendo una extensión de 7 kilómetros cuadrados, según la Oficina Meteorológica de Islandia. Aunque la intensidad disminuyó en las primeras horas del jueves, el magma cruzó carreteras clave y afectó una tubería que canaliza agua caliente desde la central geotérmica de Svartsengi hacia la península. "Fue un evento menos grave que la erupción de agosto, pero sigue siendo una amenaza significativa para la región", indicó un portavoz de la Agencia de Protección Civil.
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La península de Reykjanes se encuentra en la intersección de las placas tectónicas euroasiática y norteamericana, lo que la hace especialmente vulnerable a terremotos y erupciones volcánicas. Antes de 2021, la región había permanecido inactiva durante 800 años, pero el despertar del monte Fagradalsfjall en marzo de ese año marcó el inicio de una nueva era de actividad geológica.
Desde entonces, la región ha experimentado una sucesión de erupciones y terremotos. En noviembre de 2023, los 4.000 habitantes de Grindavík fueron evacuados debido a una intensa actividad sísmica. Muchos habían regresado parcialmente a sus hogares, pero esta ha obligado nuevamente a desalojar la zona. Según las autoridades, esta última actividad fue provocada por terremotos previos que rompieron el suelo, activando al volcán.
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La erupción también ha afectado la infraestructura local. Además de cubrir parte del estacionamiento de la Laguna Azul, el magma dañó tuberías esenciales para el suministro de agua caliente. Las autoridades han advertido sobre el impacto económico en esta atracción, que es una fuente importante de ingresos para Islandia.
Los residentes de Grindavík, una comunidad pesquera al sur de la capital Reykjavík, se enfrentan nuevamente al desplazamiento y a la incertidumbre. Si bien la actividad sísmica en la región sigue siendo monitoreada, las autoridades han señalado que el pico de esta erupción ya pasó.