Se conocen sus logros, sus triunfos, sus derrotas, sus emociones, sus lesiones, sus golpes y sus trofeos, pero Rafael Nadal es mucho más que eso. Es todo lo que no se cuenta: una sensación, un sentimiento, un inexplicable, una emoción que ha atravesado todos los ámbitos de la sociedad española. Médicos, escritoras, cineastas, bailarines y científicas describen este Nadal clavado en la piel. «Lo sigo desde siempre y desde 2007 no me perdía un partido cuando venía a jugar el US Open. La noche en la que lo conocí había jugado un partido bastante largo, pero aun así se quedó hablando con mi pareja y conmigo. Y nos preguntaba cosas de los pies porque en ese momento tenía un dedo...
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