Salvo sorpresón de última hora, Teresa Ribera será vicepresidenta de la Comisión Europea y comisaria encargada de Competencia, mientras que el italiano Raffaele Fitto será también vice y se ocupará de la política de Cohesión y de hacer más competitiva a la economía europea (industria, agricultura y nuevas tecnologías) en el contexto mundial. Los eurodiputados del PPE, por lo menos una parte, tragarán con la socialista esposa de Bacigalupo, mientras que Pedro Sánchez y los suyos se saltarán, una vez más, sus líneas rojas y sus principios, y votarán a favor del enviado por el partido de Meloni, situado más a la derecha de los populares. Total, que todos ceden en aras de un interés mayor. Sin embargo, no cabe la menor duda de que Teresa Ribera llega a Bruselas muy tocada y en posición política de debilidad extrema. Además, sufrirá un “bocadillo”, con Von der Leyen, a la que puso a caer de un burro esta primavera, por arriba y los comisarios populares por debajo. No veo yo a la todavía ministra española, a la vez que vicepresidenta, en plan gallito, por lo menos durante los primeros meses.
También va a ser objeto de vigilancia muy estrecha por parte de los eurodiputados del PPE y de los miembros de otros grupos políticos situados más a la derecha. En este contexto hay que recordar que, entre los unos y los otros, suman mayoría absoluta y también lo que pueda suceder si la española termina imputada por los tribunales de justicia como consecuencia de lo sucedido en Valencia. Por resumirlo con una expresión popular, Ribera estará en libertad vigilada, por lo menos durante la primera parte de la legislatura. Si finalmente se completa el proceso de refrendo de la Comisión Europea en el Parlamento Europeo la próxima semana, el nuevo colegio de comisarios comenzaría a trabajar el 1 de diciembre en un contexto muy difícil: la guerra en Ucrania con todas sus derivadas; Trump y sus aranceles; la necesidad de frenar la pérdida de competitividad europea en el contexto mundial (tarea del italiano Fitto) y las andanzas de China y de la India. Con todo lo anterior, la transición verde, especialidad de la protegida de Sánchez, va a pasar a un segundo plano. Conclusión: Teresa Ribera tendrá que reciclarse, nunca mejor dicho.