Todas las historias de terror empiezan igual: con una carta de Hacienda. Recuerdo la primera vez que abrí una y acabé llamando a casa derrotado por la vida y pidiendo ayuda como un náufrago que no habla el idioma de las gaviotas, en una escena ridícula y absurda como Kafka que terminó con un despertar de susto. Quien mejor explicó el fin de la adolescencia fiscal fue Rachel, en 'Friends', que al recibir su primera nómina soltó: «¿Quién diablos es Hacienda y por qué se queda con mi dinero?» Es la versión americana de aquel verso gongorino de Lola Flores: si una peseta diera cada español… Hacía solo un año desde que Concha Velasco se subiera al escenario en la...
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