El santoral, también conocido como calendario litúrgico, es un libro religioso que contiene la lista de los santos reconocidos por la Iglesia Católica y que se celebra cada día del año. Más allá de una simple lista de nombres, el santoral representa un viaje fascinante a través de la fe, la historia y la cultura cristiana.
La Presentación de la Virgen María se refiere al momento en que, según la tradición, los padres de la Virgen, San Joaquín y Santa Ana, llevaron a la niña María al Templo de Jerusalén. Este acto simboliza su consagración a Dios desde temprana edad. Aunque este evento no aparece en los Evangelios canónicos, es narrado en el Protoevangelio de Santiago, un texto apócrifo que relata la infancia de María.
El "pontificado" de María podría entenderse en su rol como la Reina del Cielo y mediadora entre Dios y los hombres, un papel exaltado en la devoción católica. Desde su niñez, se le atribuyen virtudes como la pureza, la humildad y la total obediencia a la voluntad divina, que prepararon el camino para que aceptara ser la madre de Jesús.
María no es canonizada en el sentido tradicional, ya que su santidad se asume por ser la Madre de Dios y estar libre del pecado original desde su concepción (dogma de la Inmaculada Concepción). La festividad de su Presentación comenzó a celebrarse en Oriente desde el siglo VI, extendiéndose a Occidente en el siglo XIV gracias a los monjes de la orden de San Basilio.
Su legado espiritual es enorme, ya que este acto simboliza la entrega absoluta al servicio de Dios. La festividad destaca la importancia de consagrar la vida a Dios desde temprana edad, inspirando a generaciones de cristianos, particularmente a las comunidades religiosas.
Aunque María no experimentó un exilio literal, algunos momentos de su vida pueden interpretarse simbólicamente como tales: el viaje a Egipto con José y Jesús para escapar de la persecución de Herodes, o su profundo dolor al pie de la cruz. Estos momentos reflejan su disposición total para seguir los designios de Dios, aun en circunstancias de sufrimiento y desarraigo.
En cuanto a su muerte, la Iglesia celebra la Asunción de María, dogma proclamado en 1950 por el Papa Pío XII. Según esta creencia, María no sufrió una muerte ordinaria, sino que fue llevada al cielo en cuerpo y alma, cerrando su vida terrenal con una glorificación divina.