Daniel Chapela dimitió de su puesto en la dirección del partido de Alfonso Rueda y se dio de baja como militante en desacuerdo con la política lingüística de la Xunta. Asegura que muchos militantes comparten ese malestar
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Cuando el actual conselleiro de Cultura e Lingua, José López Campos, asumió el cargo el pasado mayo, anunció un cambio. Quince años después de que el Partido Popular de Feijóo y Rueda rompiesen unilateralmente el consenso parlamentario existente sobre el gallego, López Campos, del mismo partido, aseguraba que pretendía recuperar los acuerdos en la materia y llamó a un “Pacto pola Lingua”. Han pasado los meses y este martes el coordinador del área de cultura de la dirección del PP, Daniel Chapela, presentaba su dimisión debido a la, a su juicio, “incompetencia” del conselleiro para manejar la situación. Lo hacía entre duras críticas que reafirma en conversación con elDiario.es: “Una piedra sería más útil que el actual responsable de Cultura e Lingua [del Gobierno gallego]”.
Chapela también se ha dado de baja en la formación conservadora, aunque mantendrá su acta como concejal en Bueu, localidad de O Morrazo (Pontevedra) donde nació hace 25 años. “Tomo la decisión después de meditarla durante mucho tiempo”, dice, pero añade que lo sucedido el pasado domingo colmó el vaso de su paciencia. Y lo que sucedió el domingo fue que miles de personas llenaron la Praza da Quintana, en Santiago de Compostela, convocadas por la plataforma Queremos Galego, para exigir un cambio de rumbo en la política lingüística de la Xunta de Galicia. A la protesta asistieron además los líderes de la oposición, Ana Pontón, del BNG, y José Ramón Gómez Besteiro, del PSdeG.
“No comparto las críticas del conselleiro a esa manifestación. Lo que hay que hacer es tomar nota y trabajar”, señala Chapela, que añade: “No puedes salir y decir que, como el PSOE estaba en la manifestación, quiere el monolingüismo en gallego”. Si lo haces, considera, estás dinamitando puentes, no tendiéndolos. Tampoco le gusta otro de los estribillos del argumentario popular sobre el idioma, ese que acusa a los nacionalistas del Bloque de “ser la policía del gallego”. “En política es importante como se dicen las cosas”, señala. Sobre todo si se busca puntos de encuentro. El conselleiro se ha reunido ya con las fuerzas políticas con representación en el Parlamento autonómico, pero no ha avanzado objetivos concretos. Socialista y nacionalistas exigen derogar el denominado decreto de plurilingüismo, impulsado por Feijóo y que hizo retroceder el gallego en la escuela por primera vez desde la caída de la dictadura, y reasumir -actualizado- el Plan Xeral de Normalización Lingüística consensuado en 2004.
Lo segundo le parece a Chapela un error. “Es un plan de hace 20 años, necesitamos un futuro para el gallego”, resume. Lo primero, derogar la normativa aprobada por Feijóo en 2010, es, a su ver, el paso simbólico imprescindible para avanzar en la reconstrucción del consenso. “Una norma no va a arreglar los problemas del gallego”, admite, “pero la política es simbólica, y qué simbolismo mayor que no ponerle barreras al idioma”. La ley de 2010 vetó el uso del gallego en las asignaturas de ciencias y limita a un tercio las materias que se podían impartir en esa lengua. Pero fue el último informe del Instituto Galego de Estatística (IGE) lo que ha provocado movimientos: el Gobierno gallego intensificó su discurso de rectificación implícita, aún combinado con guiños del presidente Alfonso Rueda a las tesis ultra, Queremos Galego organizó su manifestación, y un sordo malestar -asegura Chapela- recorre las bases populares.
“En el Partido Popular hay deseo de que se impulse el gallego”, afirma. El día en que el IGE publicó que la tercera parte de los niños de entre 5 y 14 años no saben gallego, cifra que se ha doblado durante los ejecutivos de Rueda y Feijóo, Chapela estaba tomando café con un edil del PP castellano hablante. “Le comenté la noticia y su respuesta fue 'hay que hacer algo, así no podemos seguir'. Mucha otra gente del parido me ha escrito desde que hice pública mi marcha. Hay cansancio de que no se trabaje más por el gallego”, asevera. El conselleiro López Campos también se dirigió a él, pero a través de los medios de comunicación. Dijo que “nada ha cambiado”, que desconocía las razones de Chapela y que seguramente existían motivos ocultos. “Me preocupa que diga esto”, ironiza el dimitido, “porque está anunciando un Pacto pola lingua y luego resulta que no hay nada”. Lo que sí hay, a su juicio, es una cuestión ideológica de fondo: una dirigencia de gente que hace política en Galicia pensando en Madrid y no pensando en Galicia.