Cuando algunos pueblos y ciudades del mundo, lejanos o no tanto, están destrozados por efecto de guerras y de armas cada vez más eficientes para destruir territorios y matar habitantes, gracias a gobernantes que se quieren salir con la suya a toda costa, llega el momento de que gentes de otros lugares, como si no les apenaran estos datos, lanzan un espumillón gigante de alegría cercano al consumismo que también da alegría, ingresos y trabajo.