Desesperado, cada día salgo a la calle con la esperanza de volverte a ver. Cuando entro en el bar donde suelo encontrarte, a veces te veo ocupada trabajando con algún cliente, y siento celos. Celos de que otra persona te pueda tocar. Entonces, pido a la mesera lo mío, me siento donde ya sabes, y espero a que tu usuario se haya saciado.