MOSCÚ, noviembre 19.— Las filtraciones dejadas ir por funcionarios estadounidenses acerca de la autorización de Joe Biden a Ucrania para disparar hacia el interior de Rusia misiles de largo alcance fabricados y entregados por su país a Kiev, se confirmaron en la madrugada de este martes, cuando Kiev realizó seis de esos disparos contra la provincia rusa de Briansk.
El ataque no dejó víctimas ni daños materiales. Cinco de los proyectiles, identificados como misiles tácticos operativos ATACMS, fueron derribados con el uso del sistema antiaéreo ruso S-400 y el sistema de misiles y armas de artillería antiaéreo Pantsir, mientras el sexto fue dañado, reportó el Ministerio de Defensa ruso, que también aseguró controlar la situación.
Los fragmentos del misil dañado «cayeron en el territorio técnico de una instalación militar en la provincia de Briansk, provocando un incendio que fue rápidamente extinguido», añadió el texto, citado por RT.
El ataque con los ATACMS, que se daba como posible tras la información brindada por los funcionarios estadounidenses al diario The New York Times el domingo, ha estado precedido por declaraciones de preocupación dentro y fuera de Estados Unidos, pues significan una grave escalada de las tensiones en la región, y más de un político ha advertido que podría desatar una tercera guerra mundial.
En el contexto de la injerencia de la OTAN en el conflicto en Ucrania por el respaldo que le brinda a Kiev en dinero y en armas, el presidente Vladímir Putin había advertido hace semanas que un ataque con armas de largo alcance proporcionadas por Occidente hacia lo profundo de su país, significaría que las naciones miembros de la OTAN estaban en guerra con Rusia.
«Si se toma esta decisión, significará, nada menos, que la implicación directa de los países de la OTAN […] en la guerra en Ucrania. Esa es una implicación directa», afirmó entonces.
Ahora, la acción de las Fuerzas Armadas de Ucrania con misiles de EE. UU., que inevitablemente requirió la participación de sus expertos para ser disparados, ha sido respondida de momento por Moscú con la ratificación de la actualización anunciada por Putin, en octubre, a la doctrina nuclear de Rusia que, entre otros preceptos, declara que una agresión contra ese país y sus aliados por parte de un Estado no nuclear respaldado por un Estado nuclear, se considerará un ataque conjunto.
De acuerdo con ello, Rusia se reserva el derecho a utilizar armas nucleares en respuesta al uso de armas de destrucción masiva contra ella o sus aliados, recordó RT.
La doctrina también establece que será el Presidente de Rusia quien tome la decisión de utilizar armas nucleares; además, reglamenta que una agresión contra la nación de parte de un país que pertenezca a un bloque militar, será considerada como una agresión de todo el bloque.
En el contexto del ataque de este martes, Peskov explicó que se requirieron cambios en la doctrina nuclear de Rusia porque era necesario adaptarla a «la situación actual».
«La disuasión nuclear tiene como objetivo garantizar que un adversario potencial comprenda la inevitabilidad de la represalia en caso de agresión contra Rusia y/o sus aliados», añadió el vocero.
Peskov apuntó que su país «siempre ha considerado las armas nucleares como un medio de disuasión, cuyo uso es una medida extrema y necesaria» y que «siempre ha adoptado una posición responsable y ha hecho los esfuerzos necesarios para reducir la amenaza nuclear».
A una pregunta de la prensa, el vocero precisó, además, que su país «se reserva el derecho a utilizar armas nucleares en caso de agresión con armas convencionales contra ella y/o la República de Belarús (…) que represente una amenaza crítica para su soberanía o integridad territorial».
Peskov enfatizó que la nueva doctrina contiene un «texto muy importante. Naturalmente, debería ser objeto de un análisis muy profundo, tanto en nuestro país como, probablemente, en el extranjero», dijo.
Luego de la aseveración tajante de la Unión Europea, el lunes, por voz de su alto representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell,
de que el conglomerado no había autorizado a Ucrania a usar las armas de largo alcance
entregadas a Kiev contra lo profundo del territorio ruso, el próximo en reaccionar fue el canciller alemán, Olaf Scholz, quien sostuvo una conversación telefónica este martes con Putin, calificada por el Kremlin como «detallada y bastante franca».
«Se mantuvo un intercambio de puntos de vista detallado y franco sobre la situación en Ucrania. Vladímir Putin recordó que la crisis actual es el resultado directo de la política agresiva que la OTAN viene aplicando desde hace tiempo con el objetivo de crear una cabeza de puente antirrusa en territorio ucraniano, ignorando los intereses de seguridad de nuestro país y violando los derechos de los residentes rusófonos», puntualizó un comunicado.
Interrogado durante una entrevista sobre la realización del diálogo ahora, luego de un lapso de dos años, el portavoz presidencial dijo que mientras se desarrolla la situación, «todos los elementos están probablemente reuniéndose de tal manera que (en Alemania) surge la voluntad política de reanudar el diálogo (con Rusia)».
Mientras, la Casa Blanca seguía guardando silencio en torno al tema, tocado por Biden la víspera en su discurso ante la Cumbre del G20 cuando afirmó, seca y evasivamente, que «Estados Unidos apoya rotundamente la soberanía y la integridad territorial de Ucrania».
Sin embargo, pocos parecen obviar que sus decisiones buscan una escalada del conflicto.