Recostada sobre una camilla a un costado de la habanera Sala Polivalente Ramón Fonst, luego de entrar segunda entre las mujeres en los 42 kilómetros (km) de Marabana 2024, la santiaguera Dailín Belmonte, con una vitalidad que no corresponde a alguien que corrió durante 3:13.40 horas, le dice a una persona, mediante una videollamada, que pudo terminar la carrera y que ese era el objetivo, cruzar la meta.
Sigo escuchando a pocos metros de ella y cuando noto que la adrenalina disminuye, le pido que me regale cinco minutos de su tiempo para conversar, mientras dos o tres personas la felicitan o le piden una foto. Ya de pie, Belmonte prefiere quedarse así y no sentarse, aunque tal vez sus piernas necesitan un descanso más prolongado.
Mirándome fijamente a los ojos, como siempre he creído que se deba hacer cuando se busque transmitir la verdad más pura, confiesa que un día se propuso bajar de peso y comenzó a entrenar con fuerza con el afán de reinsertarse a las carreras de maratón, las mismas que la colocaron antes en Juegos Olímpicos, Campeonatos Mundiales, Juegos Panamericanos y ciudades muy famosas del orbe.
Afirmó sentirse muy bien en cada uno de los 42 kilómetros de Marabana porque, primero que todo, tomó esta experiencia como diversión y para no defraudar a todas las personas que deseaban su regreso a las carreras de largo aliento. Recuerden que la última maratón de Dailín fue en 2019, en
Rotterdam, Países Bajos, según su perfil en World Athletics, y luego de ello perdió a su madre y disfrutó la maternidad por primera vez, procesos inherentes de la vida que la llevaron a alejarse de las competiciones por cinco años.
La indómita, que intervino por última vez en Marabana en 2018, en los 21 kilómetros, declaró que este certamen representa mucho para ella, toda vez que le ha permitido concursar en escenarios internacionales de primer nivel e
influyó notablemente en su desarrollo deportivo.
«Mis ambiciones a corto plazo son intervenir en alguna media maratón y conseguir una buena marca y después asistir a Varadero para participar en la maratón. Eso puede definir un poco mis siguientes pasos. Me preguntabas por mi motivación y cómo la mantengo a mi edad, pues en ella tiene tanto que ver mi niña Milagros Heilín, mi esposo, mi familia, mis amigos. Y también debo decir que me siento con la salud necesaria para continuar y seguir soñando.
«No puedo olvidar agradecer a alguien que influyó en mi regreso, mi entrenador Luis Ordoñez, un cubano radicado en México. Me motivó siempre y me repitió varias veces que la maratón es una práctica en la que la edad no es tan importante. Estuve dos meses con él allá, entrenando, y perdí ocho kilogramos de peso. Al llegar a Cuba me mantuve enfocada en seguir bajando. Ese profesor ha respaldado a otros fondistas antillanos, como Richer Pérez, y nos ha recibido en su casa y en su propio club», expresó la atleta de 38 años.