En un discurso contundente, el presidente de EE. UU., Joe Biden, solicitó a los líderes del G20 en Río de Janeiro que apoyen la soberanía de Ucrania, enfatizando que todos deberían seguir el ejemplo estadounidense. Este llamado se produce en un contexto de creciente tensión con Rusia.
Durante la inauguración de la cumbre, Biden reafirmó el compromiso de su país con la integridad territorial de Ucrania, justo un día después de autorizar el uso de misiles de largo alcance por parte de Kiev. La presencia del canciller ruso, Serguéi Lavrov, en el evento añadió un matiz significativo a sus declaraciones.
El Kremlin, por su parte, advirtió sobre una posible escalada en el conflicto ucraniano, prometiendo una respuesta contundente si Ucrania utiliza los misiles estadounidenses para atacar objetivos en territorio ruso.
Biden subrayó que "Estados Unidos apoya firmemente la soberanía y la integridad territorial de Ucrania. Todos en esta mesa, en mi opinión, deberían hacer lo mismo". Este mensaje busca consolidar un frente unido entre las naciones participantes en la cumbre, en un momento crítico para la seguridad europea.
La portavoz de la diplomacia rusa, María Zajárova, respondió a las declaraciones de Biden, advirtiendo que el uso de misiles de largo alcance por parte de Ucrania significaría una implicación directa de EE. UU. en el conflicto. "La respuesta de Rusia en tal caso será apropiada y se dejará sentir", afirmó Zajárova, reflejando la tensión existente entre ambas naciones.
En otro momento de su discurso, Biden instó a los líderes del G20 a aumentar la presión sobre Hamás para lograr un alto el fuego con Israel. "Pido a todos los presentes aumentar la presión sobre Hamás, que actualmente está rechazando este trato", expresó el mandatario estadounidense, quien también enfatizó su intención de alcanzar un acuerdo antes de ceder el poder a Donald Trump.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, no tardó en criticar a Biden por su oposición a los planes de guerra en Gaza. Durante su intervención en la Knéset, Netanyahu recordó que Biden había advertido sobre las consecuencias de una ofensiva terrestre en Rafah, sugiriendo que EE. UU. podría dejar de suministrar armas a Israel si se procedía con dicha acción.
A pesar de las tensiones, la administración de Biden ha continuado aprobando ventas de armas a Israel, con un valor que supera los cientos de millones de dólares. Desde el inicio del conflicto en Gaza, se han autorizado más de 100 ventas militares no públicas, lo que refleja el compromiso de EE. UU. con su aliado en la región.
Netanyahu también expresó su descontento con la postura de EE. UU. respecto a la respuesta israelí a los ataques iraníes. "Una vez más, nuestro amigo nos dijo que no había necesidad de responder", comentó el primer ministro, subrayando la complejidad de la relación entre ambos países en el contexto de la seguridad regional.
