El ruido generado tanto por la comparecencia del presidente en la Moncloa como por la de su esposa en la Asamblea de Madridha dejado de ser escuchado por la ciudadanía. A nadie que no sea un 'hooligan' de la extrema derecha le ha interesado en lo más mínimo
La comparecencia de Begoña Gómez en la comisión de investigación de la Asamblea de la Comunidad de Madrid se saldó con el mismo resultado que la declaración presencial de Pedro Sánchez como testigo en el Palacio de la Moncloa.
Nadie podía tener la más mínima duda de la esterilidad de ambas comparecencias. Se sabía con absoluta seguridad que tanto Begoña Gómez como Pedro Sánchez se iban a negar a contestar a cualquiera de las preguntas que se les formularan y, en consecuencia, nada se sacaría en limpio de hacerlos comparecer.
Desde el punto de vista jurídico, tanto la decisión de la mayoría parlamentaria del PP en la Asamblea de Madrid como la del juez Peinado carecen de sentido. Ambos disparaban con pólvora mojada.
Tampoco acierto a ver qué ventaja se puede obtener desde una perspectiva política. El ruido generado tanto por la comparecencia del presidente en La Moncloa como por la de su esposa en la Asamblea de Madrid ha dejado de ser escuchado por la ciudadanía. A nadie que no sea un hooligan de la extrema derecha le ha interesado en lo más mínimo ninguna de ambas comparecencias.
¿Por qué se sigue persiguiendo política y judicialmente a Begoña Gómez? ¿Tiene el PP en la Comunidad de Madrid alguna esperanza de que podrá encontrar algún indicio que permita alimentar la querella que está instruyendo el juez Peinado? ¿Piensa que de la declaración del rector de la Universidad Complutense se puede derivar algún indicio de una actividad constitutiva de delito de la esposa del presidente? Conociendo, como no pueden no conocer, la opinión del rector, ¿por qué se empecinan en llamarlo a declarar para que reitere que la conducta tanto de Begoña Gómez como la de la Universidad ha sido jurídicamente irreprochable?
¿Tiene el juez Peinado alguna esperanza en que podrá en algún momento vincular al presidente del Gobierno con alguna posible irregularidad en la conducta profesional de su mujer, que le permita elevar una exposición razonada a la Sala Segunda del Tribunal Supremo para que inicie una investigación contra él?
Porque, a estas alturas de la película, está claro que la prolongación de la investigación a Begoña Gómez no tiene otro sentido que conseguir de alguna manera llegar a su esposo y que se pueda residenciar la conducta de este ante la Sala Segunda del TS.
Eso se sabe desde que la Sala Segunda del TS revocó la sentencia de la Audiencia Nacional que condenó al fundador del llamado sindicato Manos Limpias por extorsión. Con esta sentencia el TS amparó la ejecutoria de dicho sindicato y lo autorizó implícitamente a seguir por el mismo camino.
En el momento en que lo hizo estaba ya en marcha la cacería contra Pedro Sánchez, con la diana puesta en su mujer como paso para llegar a él. No había nada hasta ese momento, excepto algunas noticias de medios amarillistas, pero con dichas noticias Manos Limpias elaboró su querella y el juez Peinado la admitió a trámite.
Aunque no había base para interponer la querella y aunque no se ha encontrado absolutamente nada desde entonces para mantenerla viva, sigue sin ser archivada. ¿Por cuánto tiempo? No lo sé, pero intuyo que seguirá abierta hasta que el juez Peinado, por muy esperpéntico que pueda ser su razonamiento jurídico, considere que puede elevar a la Sala Segunda del TS la memoria “razonada” contra Pedro Sánchez.
El avance en la degradación constitucional no se detiene. Ya veremos qué aguante tiene el cántaro y cuanto recorrido le queda para seguir yendo a la fuente.