Un informe de la organización No Name Kitchen recoge testimonios y las fotos de las pertenencias quemadas, incluidos los documentos necesarios para solicitar asilo y teléfonos móviles: son el último indicio de brutalidad contra las personas que intentan cruzar las fronteras de la UE
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La policía de fronteras croata está quemando ropa, teléfonos móviles y pasaportes de solicitantes de asilo que consiguen llegar al país desde Bosnia, según denuncia la organización humanitaria No Name Kitchen (NKK). Un informe de NNK, al que ha tenido acceso The Guardian, con fotografías de las pertenencias quemadas, junto con testimonios de agresiones sexuales y palizas propinadas por la policía, recoge las últimas supuestas pruebas de la brutalidad contra las personas que intentan cruzar las fronteras de la Unión Europea.
NNK es un movimiento independiente con presencia en zonas fronterizas de los Balcanes y el Mediterráneo, donde proporciona ayuda humanitaria a personas que sufren devoluciones violentas y otras formas de abuso.
Cada día, miles de personas procedentes del sur de Asia, Oriente Medio y el norte de África y, cada vez más, China, intentan cruzar los Balcanes con el objetivo de entrar en la UE. Las instalaciones para acogerlos son escasas, y estas personas se ven obligadas a pasar la mayor parte del duro viaje en campamentos improvisados o estaciones de tren. La policía fronteriza croata detiene a muchas de ellas y las registra. Hay testimonios de que a algunos les roban y los obligan con violencia a dar marcha atrás y regresar a Bosnia, donde miles de solicitantes de asilo se pueden quedar en la intemperie a temperaturas a menudo bajo cero.
Estas devoluciones constituyen una clara violación del derecho internacional, que establece que los solicitantes de asilo tienen que tener la posibilidad de presentar su solicitud una vez que se encuentran dentro de las fronteras de un país. NNK ha detallado la ubicación de ocho grandes “pilas de quema” en las que agentes de la policía croata presuntamente incineraron los efectos personales de las personas y los documentos que necesitan para solicitar asilo una vez que llegan a la UE.
Según los activistas, algunos teléfonos móviles quemados podrían contener pruebas de los abusos cometidos por la policía croata, ya que los solicitantes de asilo consiguieron tomar fotografías y hacer videos de estas acciones.
NNK tenía conocimiento de estas pilas de quema, ya que algunas personas expulsadas de Croacia a las que habían ayudado las habían descrito, pero hasta ahora no había podido verificar estos relatos. Los activistas viajaron a la frontera entre Bosnia y Croacia a finales de 2023 y principios de 2024 para recabar pruebas de los montones quemados mencionados en los testimonios.
La organización identificó los lugares en zonas conocidas por las devoluciones y pudo documentar la destrucción de documentos de identidad, bolsas con pertenencias, cientos de teléfonos, zapatos, gafas, documentos oficiales, baterías portátiles, dinero y otros objetos cotidianos. Las imágenes recabadas coinciden con los relatos de las personas expulsadas.
También recabó testimonios que denuncian violencia por parte de la policía de fronteras. En diciembre de 2023, una mujer marroquí de 23 años, embarazada, dijo que había sido agredida sexualmente por agentes croatas antes de que los guardias quemaran sus pertenencias, junto con las de otros miembros de su grupo. La mujer, que viajaba con su esposo, otra mujer y tres niños, dijo que un guardia fronterizo la sometió a un cacheo invasivo al desnudo, que incluyó el interior de sus genitales, y la amenazó con violarla. El cacheo “fue lo peor que me ha pasado”, dijo la mujer: “Hubiera preferido que me pegara a que me registrara de esa manera”.
Según el relato de la mujer, después de que los guardias dejaran marchar al grupo, que dio media vuelta en dirección a Bosnia, los agentes quemaron los objetos que les habían confiscado.
Según otro testimonio, de noviembre de 2023, un grupo de cuatro hombres marroquíes fueron presuntamente golpeados por agentes de policía que luego quemaron sus pertenencias.
Según este testimonio, la policía obligó a los hombres a caminar descalzos sobre las cenizas calientes, amenazándoles con porras. Los activistas de NNK afirman que el hombre marroquí con el que hablaron sufrió quemaduras en las plantas de los pies.
A pesar de los testimonios de trabajadores humanitarios y periodistas, Croacia niega sistemáticamente haber expulsado a solicitantes de asilo a Bosnia o utilizado la violencia contra ellos. Recientemente, NNK presentó sus pruebas a la relatora especial de la ONU sobre la tortura, Alice Jill Edwards.
Un portavoz del Ministerio del Interior croata ha afirmado que el gobierno tiene una “política de tolerancia cero ante cualquier posible actividad ilegal cometida por su personal” y que cuenta con un mecanismo independiente para supervisar la conducta de la policía. En cuanto a los testimonios de la mujer embarazada y del grupo de cuatro hombres marroquíes, el portavoz ha señalado que “es totalmente inconcebible que se produzca un incidente así sin que se denuncie inmediatamente a la policía”.
El portavoz señala que a menudo son los traficantes de personas los responsables de la violencia y los robos en la frontera, y que la policía ha documentado “muchos casos de denuncias inventadas”.
“En cuanto a las afirmaciones de que la policía croata está quemando artículos que ha confiscado a los migrantes, nos gustaría señalar que, para evitar ser devueltos a Croacia como solicitantes de protección internacional, los migrantes a veces destruyen documentos y abandonan sus pertenencias personales cuando intentan cruzar ilegalmente la frontera”, indica el portavoz.
En 2019, la entonces presidenta croata, Kolinda Grabar-Kitarović, pareció reconocer estas devoluciones en una entrevista con la cadena de televisión suiza SFR. Aunque lo había desmentido durante meses, en ese viaje a Suiza reconoció que la policía había usado la fuerza, pero negó que las devoluciones fueran ilegales.
En 2021, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos dictaminó que la policía croata era responsable de la muerte de una niña afgana de seis años, Madina Hussiny, que junto con su familia se vio obligada a regresar a Serbia cruzando las vías del tren. Murió arrollada por un tren.
Traducción de Emma Reverter