El president asigna culpas en una comparecencia fría y leída, en la que achaca al "sistema", a la Aemet, a los pluviómetros y a la fuerza salvaje de la DANA que no se hiciera nada desde su gobierno en todo el día 29. Por su tono, el de un director ejecutivo que presenta resultados trimestrales, parecía que no había muertos, solo unas ganas tremendas de excusarse y parecer un buen gestor
Mazón se sacude la responsabilidad de la DANA y culpa a las demás administraciones retorciendo los datos
El protocolo es un fajo de papeles que puede resultar muy útil, porque tiene la ventaja de que no habla y se le puede echar la culpa sin que rechiste. Como la fuerza de la naturaleza, a la que no se puede llamar con antelación para confirmar por dónde piensa llover. Si la culpa fue del protocolo, la fuerza del agua o el “sistema”, entonces no fue de Carlos Mazón. Si la culpa es de todos, entonces no es de nadie en concreto. Con esa actitud subió al estrado este viernes el president de la Generalitat en Les Corts para explicar su visión, muy particular, de lo que pasó el día 29 de octubre y postularse como un hombre capaz que da datos y que va a liderar una reconstrucción tan compleja como millonaria si la calle no se lo impide.
Un tocho de folios leídos con un tono frío y distante como haría un consultor que presenta resultados trimestrales a sus socios. Aunque en la primera parte del discurso quiso acordarse de palabra de las víctimas, no parecía que en su cabeza hubiera más de 200 muertos y miles de personas sufriendo, porque pronto se dispuso a repartir culpas al sistema, al protocolo, a la Aemet o a la Confederación Hidrográfica del Júcar, a la que aprovechó para decirle que tiene pocos pluviómetros. Pero, ¿quién estaba al mando del sistema que falló? Esa pregunta quedó sin responder. El CEO de la Comunitat Valenciana considera que es un simple empleado. Que le pregunten al socio mayoritario.
La lectura de datos, horas, mails y fragmentos de declaraciones y protocolos del día 29 fue tan detallada que podría llevar a la confusión y a pensar que él no podía haber hecho más de lo que hizo. Todos le dieron mala información, poca información o información tardía. Pero de repente uno se acordaba de que es la información que no revisó porque estaba en su “long lunch” con una periodista o la misma información que le sirvió para mandar, esta vez sí, tres alertas a móviles el pasado miércoles, en la segunda DANA.
En su balance de cuentas ante el comité de accionistas de la debacle, el director ejecutivo de esta gran empresa que cree que es la Comunitat Valenciana tomó una curva muy peligrosa. Si las comunicaciones, mails y protocolos que había dado eran difíciles de chequear a vuelapluma, los valencianos sí ven todos los días en la tele y los medios la realidad de la zona cero. Aún así, Mazón pintó una respuesta rápida y eficaz desde el día 30 de octubre, un insulto que va a costar más indignación y rabia. Cifras y porcentajes de equipos, suministros electricos, medidas, dinero, programas específicos (¡75%, 140, CV-400, mapeo, interdepartamental, 20 millones!) tendrán alguna base cierta, puede ser. Pero Fina sigue sin luz, Vanesa sin casa, Josep sin coche ni autobús. Manolo, sin empresa.
“Hemos reaccionado rápidamente” llegó a decir. Ahí ya hubo que dar un respingo, porque todos los valencianos y todos los españoles de todas las ideologías han visto que llegaba antes la solidaridad que la Generalitat. Otra vez más, el papel todo lo aguanta, y Mazón lo necesita porque esa supuesta hiperactividad y emprendimiento –cuánto les gusta– del Consell en el discurso es lentitud y caos logístico en el terreno. El papel y la hilera de datos es la cola de cometa a la que quiere abrazarse el president para salir volando e indemne, para pasar a la historia como líder de la reconstrucción de València, en lugar el responsable de su desolación. El eslogan repetido “València se levanta” no va a ser suficiente, aunque se agradece el reconocimiento final de las críticas y las disculpas “en nombre de la Generalitat”.
Dimisión no rima con Mazón, lo lleva anunciando su equipo hace días. Crea una nueva vicepresidencia para la recuperación, una conselleria de Emergencias –después de descabezarla– y como mucho sacrificará en el altar de los culpables morales a dos conselleras (¿pero no era el protocolo?), mientras intenta reconstruir lo que, con negligencia y desatención, su gobierno contribuyó a destruir. Sobre todo Mazón –este Chief Executive Officer que hemos visto verborreico y 'emprendedor' en el pleno que debía ser el más herido y sentido de la historia– quiere reconstruirse a sí mismo. Para ello tiene que limpiarse el fango y sacudirse el lodo. Su partido le sigue y Feijóo le ha dado el trapo. Solo falta saber si la sociedad valenciana se fiará de él y si le dejará llevar a cabo este plan de patada y adelante.