BAHÍA HONDA, Artemisa.— Es la primera vez que el joven vueltabajero Elio Manuel Morales Peralta, liniero de Etecsa, asiste a prestar ayuda a otra provincia tras el paso de un ciclón.
En la entrada del poblado de Silvio Caro, municipio artemiseño de Bahía Honda, lo encontramos subido en lo más alto de un poste. Llevaba consigo todos los arreos y medios de protección indicados, desde abajo recibía orientaciones del jefe de brigada y del chofer del camión grúa, Elio Manuel Morales Valdés, su padre.
Desde los 18 años trabaja en Etecsa. Es liniero A tras pasar un curso de capacitación en la empresa. Con esos conocimientos y los que aprendió en el de operador de cable ha llegado hasta este barrio de la costa norte del Occidente para devolver lo antes posible el servicio de las comunicaciones a sus vecinos.
«En realidad prefiero trabajar en la línea, es más forzoso, pero me gusta y cuento con la supervisión y guía de los demás integrantes de la brigada», explica este muchacho bajo un baño de sudor.
A su lado está Oscar Luis Malpica, otro joven liniero B, que, además, estudia en la Universidad Hermanos Saíz Montes de Oca, en 4to. año de Telecomunicaciones.
«Uno no está adaptado a trabajar en estas condiciones todos los días, pero los vecinos nos han ayudado; se dedican a ir quitando los árboles del medio y nos van limpiando la vía, incluso hasta han recogido cables; ya las actividades especializadas nos corresponden a nosotros», expresa.
Yoskiel Vilaú Acosta, jefe de la Brigada de Línea de Pinar del Río, que presta servicio en este lugar precisó: «Aún estamos diagnosticando los daños, primero pasa un especialista evaluando la línea y nosotros vamos detrás, enderezando postes, arreglando los cables partidos».
A lo lejos recogen el cable del piso los otros dos integrantes de la brigada, Yosbel Iglesias y José Miguel Iglesias. Sigilosos avanzan cuesta arriba por el empinado terreno de Silvio Caro.
La comunidad de Silvio Caro nunca había vivido una experiencia similar directamente, pero sus pobladores han dejado el pueblo impecable en apenas horas. Foto: Jaliosky Ajete Rabeiro
De la hospitalidad de los pobladores nos hablan también. «El agua y el café no han faltado, hasta aplauden cuando nos ven pasar», dijo Morales Peralta.
Ellos fueron los primeros en llegar hasta esta comunidad, a la que se accede por Orozco y por El Mariel, una vez que se deja detrás Quiebra Hacha y Cabañas.
Mas no trabajan solos. El sistema de las Comunicaciones es también una gran familia, por ello otro equipo de la propia Artemisa y de La Habana laboraban para dar vitalidad al sitio de telecomunicaciones, donde convergen los servicios de la telefonía fija y de la móvil, según explicó Frank Emilio Breto, jefe de Operaciones del Centro de Telecomunicaciones de San Cristóbal.
Por mucho que se prepararon no imaginaron los pobladores de Silvio Caro que el huracán Rafael podía abandonar Cuba por las inmediaciones de la Bahía de Cabañas. Tan acostumbrados a que la ruta de los ciclones casi siempre los lleva un poco más al occidente, creyeron que el mayor impacto estaría sobre Pinar del Río.
«No obstante, hubo percepción del riesgo», confirma
Sonia Arzuaga Lebrigio, presidenta del consejo popular y delegada de la circunscripción 57 por 15 años.
«Se activó el centro de evacuación, la gente protegió sus bienes y no tuvimos que lamentar la pérdida de una sola vida humana; pero hay importantes daños al fondo habitacional y la preocupación mayor —al momento de la visita—, es el abasto de agua», refirió.
Con más de 2000 habitantes, en Silvio Caro, cuya geografía extraordinaria deja ver su belleza incluso bajo los estragos del ciclón, se trabaja desde el paso de Rafael, aunque no pocos tengan hoy el cielo por techo.
Casi a orillas del mar, justo donde quedaba el antiguo muelle, una construcción recuerda a una antigua escuela. El local desde hace varios años es habitado por un grupo de vecinos que vieron cómo la furia de los vientos hizo volar las fibras y destrozó gran parte de sus pertenencias.
Así lo cuentan Jacqueline Poll y Yarisleidy Ferrera Santana, madres de cuatro y tres hijos respectivamente, quienes poco a poco organizaban aquello que se salvó y mantenían al sol colchones y muebles.
Al centro del pueblo, donde se erigen varios edificios, el panorama es menos desolador. Los vecinos ya habían limpiado las calles de ramas y árboles partidos. La recuperación no se hace esperar cuando hombres como Pedro Quintero Gómez, quien está al frente de la zona de defensa y el veterano James Eduard Neufville Morris dan el mejor de los ejemplos.
A este lugar no pocas personas lo conocen también como «Las 40», por las primeras casas que se levantaron. Después fue un sitio mucho más poblado y ajetreado por la cercanía de la base naval que aquí funcionó. Hoy es un lugar más apartado, menos visitado y no por ello deja de ser su gente hospitalaria y bonachona.
Sobre las 6:30 p.m. del miércoles pasado el huracán Rafael salió al Golfo de México por este lugar, y aunque arrebató la sonrisa a varios, no borra la esperanza y fuerzas para seguir.
Jacqueline Poll aún no pasa el susto que le trajo Rafael, solo se concentra en lo que tiene por delante y que hay que trabajar duro. Foto: Jaliosky Ajete Rabeiro