La conferencia anual sobre el cambio climático (COP29) se abrió este lunes en Bakú con tensiones en la negociación de la agenda, mientras los participantes digieren el triunfo electoral de Donald Trump en Estados Unidos.
La gran cita anual del clima, bajo los auspicios de la ONU, se celebra mientras que el mundo se dirige a batir otro récord de temperatura.
"Nos encaminamos hacia la ruina. Y no se trata de problemas futuros. El cambio climático ya está aquí", alertó en la ceremonia de apertura el presidente de la COP29, el ministro de Ecología de Azerbaiyán, Mujtar Babaiev. "Llegó el momento de la verdad", añadió.
Pero Estados Unidos, el segundo emisor mundial de gases de efecto invernadero, podría volver a abandonar el Acuerdo de París, firmado en 2015, que sostiene todas las negociaciones, como ya hizo Trump durante su primer mandato presidencial (2017-2021).
Trump, un declarado escéptico ante el fenómeno del cambio climático, podría decretar esa salida del Acuerdo de París al asumir el poder en enero, decisión que se formalizaría un año después.
La COP29 debe demostrar que la cooperación mundial "no está en punto muerto", declaró el jefe del organismo de la ONU para el Clima, Simon Stiell.
Sin embargo, las tensiones negociadoras surgieron inmediatamente, en torno a la aprobación de la agenda, instrumento esencial para la conferencia, que debe terminar el 22 de noviembre.
La COP29 de Bakú ha sido denominada informalmente la "COP de la financiación", porque debe lidiar con el tema esencial de las ayudas que los países que más contribuyen al problema le deben aportar a las naciones más perjudicadas.
Durante meses los casi 200 países del Acuerdo de París han negociado un borrador de acuerdo para fijar una nueva cantidad de ayuda.
En 2009, en la COP15 de Copenhague, se acordó que los países industrializados entregarían 100.000 millones de dólares anuales, en ayuda directa o préstamos multilaterales.
Ese volumen de ayuda se alcanzó con dos años de retraso, en 2022, y ahora los expertos afirman que se necesita como mínimo una cantidad diez veces superior.
Esa ayuda debe servir tanto para mitigar la emisión de gases de efecto invernadero, particularmente mediante una gigantesca reconversión energética mundial, como en la adaptación, es decir, la construcción de diques, la adaptación de los hogares a las temperaturas extremas...
Una región como América Latina emite menos del 10% de gases de efecto invernadero, pero es una de las que más impacto sufre por el calentamiento del planeta.
El financiamiento de la lucha climática no es "caridad" sino "del interés de todos", insistió Stiell, quien pidió un acuerdo "ambicioso".
Además de la cifra de la ayuda y del calendario, las naciones deben ponerse de acuerdo en quién paga. En 2009, el grupo de países que asumieron los 100.000 millones de dólares eran poco más de 30, y China se quedó fuera.
Ahora la Unión Europea y Estados Unidos, entre otros, quieren que Pekín asuma parte de la factura, lo que se anuncia difícil.
China, el principal emisor de gases, cuenta con su propia agenda de ayuda climática. Y por otro lado domina grandes sectores de la reconversión energética, como los metales raros.
El año pasado, en Dubái, los países lograron arrancar con dificultades una declaración final de la COP28 en la que se asumía, por primera vez, que los países debían emprender una "transición" hacia el fin de las energías fósiles.
Pero la Agencia Internacional de la Energía (AIE) recordó en su último informe anual que el 80% de la energía mundial sigue procediendo de esas fuentes (carbón, petróleo, gas).
Tras la apertura, la COP reúne cada año a los líderes mundiales durante dos días.
Pero este año no estarán presentes los grandes protagonistas del diálogo climático: ni el presidente estadounidense Joe Biden, ni el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, ni el francés Emmanuel Macron...
El ambiente de austeridad presupuestaria en los países ricos, las guerras abiertas en Ucrania o Oriente Medio y el resultado de las elecciones estadounidenses han ensombrecido las perspectivas diplomáticas.
"Las ambiciones del Acuerdo de París están en grave peligro", advirtió la Organización Meteorológica Mundial (OMM) desde Ginebra.
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