Pocos vestigios quedan en la capital riojana a pesar de que fue el Tribunal que realizó el último Auto de Fe. Un Bosque de la Memoria con 11 olmos en recuerdo de las 11 personas quemadas y una recreación anual son los principales recordatorios de este hecho histórico que "supuso un antes y un después", según los investigadores
Logroño rememora el Auto de Fe de 1610 en el que fueron ajusticiadas las Brujas de Zugarramurdi
Hay novelas, películas y documentales sobre las Brujas de Zugarramurdi. Investigaciones históricas y relatos mitificados de sus aquelarres y sus condenas por la Inquisición. Y, sin embargo, no se sabe a ciencia cierta el lugar donde fueron condenadas a muerte en la hoguera ni el emplazamiento donde se realizó la quema. El Auto de Fe de Logroño de 1610 cumple 414 años entre el 6 y el 8 de noviembre y en la ciudad, más allá de una recreación anual y de que 11 olmos recuerdan a estas 11 personas en el Bosque de la Memoria, poco se conoce de la trascendencia histórica que supone.
El Auto de Fe de Logroño fue la última quema de brujas y brujos de la Inquisición Española, no así en el resto de Europa o en Estados Unidos ni en los tribunales civiles, donde sí continuaron. “Es verdad que hay un antes y un después de la intervención del inquisidor Salazar y de este Auto y, sin embargo, en las actas municipales de Ayuntamiento, pasó casi desapercibido, hay muy poca información”, explica Isabel Murillo, responsable del archivo municipal de Logroño y cronista de la ciudad.
El Tribunal del Santo Oficio estaba en Logroño desde 1570 y tenía competencias en las zonas de La Rioja, Navarra, País Vasco y parte del Arzobispado de Burgos, según recoge el investigador Gustav Henningsen en la obra El abogado de las brujas. De nuevo, “la frontera entre el Reino de Castilla y el Reino de Navarra marca la historia de la ciudad”, apunta Murillo. Y es que tras años en diversos puntos de Navarra y en Calahorra, en 1570 el Tribunal se instala en Logroño hasta el final de la Inquisición en 1834.
El Tribunal de Logroño estaba ubicado extramuros, frente al Cubo del Revellín, en el actual aparcamiento. De hecho, y aunque en este momento están enterradas en este aparcamiento que se construyó como provisional, quedan las ruinas, en concreto, restos de la cimentación. A pesar de creencias populares sobre otros emplazamientos, el lugar en el que estaba el Tribunal siempre fue este. “A veces han llevado a confusión documentos en los que se habla de ”casa propia de la Inquisición“ pero no quiere decir que sea el Tribunal, sino bienes que tenía la Institución. Eso llevó a pensar que estaba ubicado al lado del Convento de San Francisco o incluso que estaba en el edificio del Colegio de Arquitectos porque una vez hicieron una exposición”, aclara la archivera municipal.
Como recoge Henningsen, cuando se celebra el Auto de Fe de Logroño “en la ciudad no se había visto un auto público desde hacía 11 años, las quemas de herejes habían decaído desde finales del siglo XVI y los autos de fe cada vez eran más raros”. En este relevante proceso, se juzgaron más asuntos además de brujería, había acusados de judaizar, bigamia o proposiciones heréticas o blasfemas. Por brujería, eran 31 personas. De ellas, 19 se declararon confidentes y salvaron la vida, excepto María Zozaya a quien decidieron quemar viva a pesar de declararse bruja porque consideraron que había sido una gran difusora de la brujería, también entre niños y jóvenes. El resto, seis mujeres y cinco hombres, fueron condenados a la hoguera y quemados, cinco de ellos en efigie porque habían muerto en las cárceles.
Incluso en la época tuvo mucha notoriedad. Se dice que acudieron 30.000 personas de otros lugares, aunque los investigadores lo ponen en cuestión. Coincide Isabel Murillo: “En los lugares en los que se cree que ocurrió no caben tantas personas”. Y es que hay diferentes teorías: hay quienes dicen que fue en la Plaza del Mercado, frente a la Concatedral de La Redonda, otras obras crónicas hablan de la Casa del Ayuntamiento, que estaba ubicado en la calle Portales, donde está la apertura de la actual calle Juan Lobo“. Los libros de actas sí recogen que se construyó un tablado, pero no dicen dónde. Tampoco hay seguridad del lugar en el que se producían las quemas. Algunas voces apuntan que en el mismo lugar y otros que fue a las afueras de la ciudad, tras ser sacados en procesión entre burlas. ”No parece raro pensar que por algo tenemos un término que se llama Los Quemados al otro lado del Ebro“.
¿Y por qué hay tan poca información? “Hay que saber que la Inquisición termina entre diferentes avatares de la Historia y en el momento final no se controla el patrimonio documental. Los fondos de la Inquisición han llegado de forma muy fragmentaria y de los del Tribunal de Logroño queda muy poco”, apunta la responsable del archivo. Además, apunta: “Tenemos que tener otra perspectiva, hacemos lectura con los esquemas mentales del siglo XXI tratando que los documentos nos digan cosas que no decían, porque no era necesario decirlas”.
Así, este hecho, a pesar de que “cambió el modus operandi de la Inquisición Española”, apunta Murillo, ha pasado bastante desapercibido y apenas quedan vestigios de la Inquisición en la ciudad. Además de las ruinas del tribunal y algunos documentos de menor importancia (porque el archivo de la Inquisición está en el Archivo Histórico Nacional), hay una pintura del siglo XVIII de los escudos de la Inquisición en la Casa Mateo de Nuevas, donde su ubica la sede de Dialnet. “Pero no es la casa del Inquisidor”, aclara Isabel Murillo, “era un trabajador de la Inquisición que decidió pintar los escudos en su casa”.
No obstante, el IV centenario del Auto de Fe en 2010 sí que fue determinante en el recuerdo de las Brujas de Zugarramurdi. “La corporación de Tomás Santos decide entonar el mea culpa y establecer lazos de fraternidad con Zugarramurdi”, recuerda la cronista municipal. En el marco de este aniversario, se realizó una completa exposición, se coloca una plaza y se impulsan recreaciones del Auto de Fe que desde entonces se celebran cada año. También en 2010 se creó el Bosque de la Memoria en el Parque del Ebro, la zona más cercana al Tribunal. En ese bosque, se plantaron, con presencia de personas llegadas de Zugarramurdi, 11 olmos que recuerdan desde entonces y para siempre a las últimas 11 personas quemadas por la Inquisición española.