El republicano representó las soluciones claras y simples frente a una candidata casi muda, tan protegida en campaña para no cometer errores que no se sabe muy bien qué opina sobre casi nada
En una sociedad golpeada por la pandemia y agobiada desde entonces por un creciente aumento del coste de la vida, Trump se ha presentado paradójicamente como el outsider que venía a solucionar la crisis desde fuera frente a la vicepresidenta de un Gobierno al que se hace responsable del aumento exponencial del coste de la vida en los últimos años. La reflexión de muchos de los encuestados sobre el elevado coste de la cesta de la compra sitúa el centro de la decisión en unos términos muy reales para la vida cotidiana de las personas.
El carisma del personaje puede esconder una decisión de voto más racional que emocional, un voto a Trump a pesar de Trump. Que sólo se hable de Trump le ha dado publicidad a un movimiento que ha colocado carteles por los jardines de césped de las casas americanas con distintas variantes de un lema muy sencillo: Trump-Vance: menores precios, menores impuestos.
El Partido Demócrata ha situado al frente a una candidata que no sólo estaba dentro del Gobierno al que se hace responsable (justa o injustamente) de la subida del coste de la vida, con unos índices de popularidad de Biden por los suelos, sino que ha presentado una propuesta emocional basada en la sonrisa y en la alegría, sin desgranar verdaderas propuestas de solución económica ni sobre la respuesta esperada a las dos guerras del momento (la de Ucrania y la de Medio Oriente), en un momento en que la gente esperaba soluciones reales a problemas reales. Que la clave ha sido en gran parte así de práctica, lo demuestra que Trump ha sacado realmente menos votos que en 2020, pero Kamala ha perdido aún más respecto de Biden.
A esto se le pueden añadir otras razones más extravagantes relacionadas con el personaje de Trump, que también habrán tenido su relativa influencia.
El movimiento de voto masivo –incluso oculto, se decía– de las mujeres contra Trump no se ha producido. Kamala ha reducido el porcentaje de voto femenino respecto de Biden. Incluso se ha detectado que mujeres que votaron a favor del mantenimiento del derecho de aborto en el Estado han votado por Trump en las elecciones a nivel federal. Las mismas consideraciones de tipo económico pueden haber animado a esta combinación.
En paralelo, se puede haber producido un efecto de rechazo a este anunciado movimiento femenino, que se manifiesta en un aumento del voto “masculino, blanco y sin estudios”. Pueden ser muchas las causas. Quizás el país no estaba preparado aún para una candidata femenina, que puede haber representado un lastre para sí misma en sus oportunidades de victoria. Puede que el movimiento woke (que aúna feminismo, ecologismo, racismo y otras variadas batallas culturales) esté dando muestras de un cierto cansancio. En este nuevo tipo de votante masculino blanco y sin estudios hay también antiguos votantes demócratas.
Trump ha conseguido aglutinar una mayoría multirracial que tradicionalmente ha sido la base de los votantes demócratas y que dibuja un panorama sombrío para el futuro de este partido, que se verá obligado a recomponerse para recuperar a su electorado. Las minorías, con la excepción de los afroamericanos, parecen haberse reunido bajo el paraguas de un partido que promete un menor coste de vida y la recuperación de la ilusión del sueño americano del triunfo y el éxito en un momento económico especialmente complicado tras los años de post pandemia. Incluso la minoría árabe parece haberse sentido decepcionada con un partido demócrata que no ha condenado claramente el genocidio en Gaza.
Trump representó las soluciones claras y simples frente a una candidata casi muda, tan protegida en campaña para no cometer errores que no se sabe muy bien qué opina sobre casi nada. Se ha dicho que ella era más progresista de lo que parecía y ha llenado la campaña de afirmaciones que parecían sacadas de un manual de captar votantes como que tenía una pistola en casa y dispararía a alguien si entraran a robar. Y la gente se ha confundido. Enfrente, Trump habla sin tapujos, puede generar sonrojo, pero al tiempo parece ofrecer algunas certezas que la gente necesitaba escuchar en este momento.