Hace tiempo que la política se futbolizó y el fútbol se politizó. Cada ámbito ha ido importando mecanismos ajenos y los ha hecho propios. La gran mayoría de presidentes del FC Barcelona o de otros clubs en los que hay elecciones, por ejemplo, han sido elegidos por las emociones. Los socios han votado más con el corazón que con el cerebro. Al final, el fútbol es eso: emociones, vibraciones, pasiones. El mundo de la política ha acabado siendo domado por los gabinetes de comunicación. Los spin doctor dominan las elecciones. Son los que construyen el relato, dan golpes de efecto y adecúan el cómo a sus intereses. La victoria de
Donald Trump en los EE.UU. ha sido un compendio riguroso de la utilización de las emociones para imponerse a su rival. ¿Por qué ha ganado Trump?
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