Aunque los planes de Donald Trump de imponer aranceles del 10 por ciento sobre todos los bienes importados a Estados Unidos y de 60 por ciento para los productos chinos, es poco probable que se implementen, tendrían impactos negativos en la economía de este país, advirtió S&P Global Ratings.
“Creemos que un arancel universal y unos aranceles mucho más altos sobre las importaciones chinas podrían significar un aumento de la inflación estadounidense y un lastre para el crecimiento del PIB. Muchos sectores, especialmente el tecnológico, podrían verse afectados”, reveló ante la propuesta del candidato ganador a la presidencia de aquel país.
De acuerdo con sus estimaciones, un arancel universal del 10 por ciento podría añadir hasta 1.8 puntos porcentuales al Índice de Precios de Consumo.
Esto provocaría un repunte de la inflación en el primer año; mientras que el lastre global para el PIB real podría ser de hasta un punto porcentual por la pérdida de ingresos de los hogares y el golpe para los exportadores de Estados Unidos.
Para el arancel a productos chinos, S&P sostuvo que podría añadir hasta 1.2 puntos porcentuales a los precios al consumo y, al tener en cuenta el impacto en los ingresos y las exportaciones estadounidenses, el lastre para el PIB podría ser de alrededor de 0.5 puntos porcentuales, indicó.
La agencia anotó que desde una perspectiva soberana, la política que mejore o empeore los déficits fiscales y la carga de la deuda del país podría afectar en mayor medida la calificación crediticia soberana no solicitada (AA+/Estable/A-1+), dado que la principal debilidad crediticia de Estados Unidos es su perfil fiscal y las dificultades para conseguir la cooperación bipartidista para reforzarlo.
“Nuestras proyecciones fiscales parten del supuesto de que los déficits de las administraciones públicas se mantendrán en torno a los niveles actuales y que el próximo Congreso y la próxima administración abordarán el tema del techo de la deuda y actuarán antes de que el Tesoro se quede sin capacidad para desplegar medidas extraordinarias”.
Contempló que podrían rebajar la calificación en los próximos dos o tres años si se produjeran acontecimientos políticos negativos inesperados que pesen sobre la solidez de las instituciones estadounidenses, así como si los déficits, ya de por sí elevados, aumentan aún más.
Por el contrario, elevarían la calificación si una política pública eficaz y proactiva se tradujera en una mejora de los resultados fiscales que redujera sustancialmente el déficit de las administraciones públicas y disminuyera la carga de la deuda del país.
En este sentido, Fitch Ratings dijo que la gobernanza es un factor clave para la calificación de Estados Unidos, por lo que la falta de coherencia y credibilidad de políticas podrían impactar negativamente la nota soberana, en el contexto del triunfo de Donald Trump a la presidencia de este país.
Reconoció que desde que rebajó la calificación de Estados Unidos en 2023 a “AA+” con perspectiva estable, su situación presupuestaria se ha debilitado, aunque el crecimiento ha sido superior.
“La deuda de las administraciones públicas es un factor clave de la calificación soberana de Estados Unidos. Un marcado aumento de la deuda en relación con el PIB, debido potencialmente a la inacción a la hora de abordar los retos estructurales del gasto y los ingresos, es una sensibilidad negativa para la calificación”, alertó.