Muchos grandes científicos y teóricos desarrollaron hipótesis sobre cómo sucederá el fin del mundo. Algunos hablan de cambio climático, otros de agujeros negros, pero Stephen Hawking le atribuyó esta profecía a la inteligencia artificial.
La destrucción de la humanidad a partir de los avances tecnológicos no es una nueva idea y recientemente un grupo de programadores de Google crearon una nueva forma de "vida digital" que es increíblemente similar a verdadera y podría confirmar las especulaciones del astrofísico inglés.
Un año antes de morir en 2018, el reconocido científico concedió una entrevista en la que expresó sus miedos con respecto a las formas más avanzadas de inteligencia artificial que eventualmente serían desarrolladas.
"Temo que la IA pueda llegar a reemplazar completamente a los humanos. Si la gente diseña virus informáticos, alguien diseñará una IA que se perfeccione y se replique a sí misma. Esta será una nueva forma de vida que superará a los humanos", sentenció el teórico.
La creación de una tecnología que en su desarrollo cumpla con los mismos principios del proceso evolutivo era para Hawking, sin dudas, el fin de la humanidad como la conocemos. "Se desarrollaría por sí misma y se rediseñaría a un ritmo cada vez mayor", explicó.
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Se trata de la creación de un código aleatorio que logró replicarse por su propia cuenta. El hallazgo fue liderado por el equipo de investigadores liderado por el ingeniero en software Ben Laurie, quienes simularon una especie de "sopa primordial" digital.
La "sopa primordial" es el nombre que se atribuye a la teoría Oparin-Haldane sobre el comienzo de la humanidad. Sostiene que la vida en la Tierra surgió a partir de moléculas resultantes de una solución acuosa rica en compuestos orgánicos, que a lo largo de millones de años se unieron para formar otras más complejas.
Esta nueva simulación virtual se trató de un código diseñado para otorgar a los datos aleatorios la capacidad de interactuar libremente, permitiéndoles automodificarse y afectar a los cercanos de acuerdo a sus propias instrucciones.
Según los ingenieros este experimento revela una tendencia intrínseca de la materia a organizarse en formas de vida, pero insisten en que su capacidad de desarrollarse por sí misma no constituye una en sí, por lo que faltarían años y más investigaciones para crear una verdadera existencia artificial.