La contienda presidencial de los Estados Unidos concluyó con una derrota significativa para Kamala Harris frente a Donald Trump, en una campaña que capturó la atención de millones. Harris, la candidata demócrata, se enfrentaba a una lucha intensa no solo contra su oponente republicano, sino también con la expectativa de trazar su propio camino después de haber sido la vicepresidenta de Joe Biden. Sin embargo, a pesar del respaldo inicial y del gran despliegue en su campaña, los resultados no favorecieron a Harris.
La pregunta que muchos se hacen es: ¿qué salió mal? La campaña de Kamala Harris prometía convertirse en un hito histórico, con un equipo dedicado, figuras públicas en apoyo y una base ansiosa por el cambio. Pero, al final, algo impidió que el mensaje llegara de la forma esperada. ¿Cuáles fueron los elementos que marcaron esta derrota? A continuación, analizamos los factores decisivos que le costaron la presidencia a Harris frente a Trump.
Uno de los factores más influyentes en la campaña de Kamala Harris fue su incapacidad para diferenciarse claramente de Joe Biden. Durante la campaña, Harris enfrentó preguntas directas sobre las políticas de Biden, incluyendo una entrevista clave en el programa The View, donde la presentadora Sunny Hostin le preguntó qué habría hecho diferente a Biden en los últimos años. La respuesta de Harris, un breve “no hay nada que se me venga a la mente”, dejó ver su reticencia a señalar diferencias con Biden, un movimiento que podría haber sido interpretado por muchos votantes como falta de independencia.
Según informó CNN, Harris no quiso profundizar en sus discrepancias con Biden por temor a parecer desleal, lo que generó una percepción de alineación completa con el presidente. Sin embargo, Harris tenía propuestas diferentes, como un enfoque más estricto en política migratoria y una tasa impositiva más alta para ganancias de capital, que no logró destacar de forma contundente. Este vínculo con la administración Biden fue un obstáculo importante para los votantes que buscaban un cambio y desearon ver en Harris una alternativa más crítica hacia la política actual.
La campaña de Kamala Harris también se vio afectada por la decisión de Joe Biden de no buscar la reelección, lo que dejó a Harris como candidata demócrata en un momento crucial de la contienda. De acuerdo con CNN, muchos estrategas demócratas opinan que Biden nunca debió postularse para la reelección y que su retirada tardía limitó el tiempo que Harris tuvo para consolidar su imagen y ganar el respaldo de los votantes.
Este cambio de candidato no solo dejó a Harris con un tiempo limitado para presentarse ante la nación, sino que también impactó la confianza de los votantes en su proyecto. Muchos estadounidenses manifestaron que no conocían lo suficiente sobre Harris y que la falta de tiempo para posicionarse dificultó que el electorado confiara en sus propuestas. Con una mayor preparación y sin las decisiones previas de Biden, Harris habría tenido más oportunidades de estructurar una campaña enfocada y coherente desde el inicio.
Otro de los elementos que afectaron la campaña de Kamala Harris fue el optimismo tardío en el equipo de trabajo. Durante gran parte de la campaña, los asesores de Harris dudaron de la posibilidad de vencer a Donald Trump, pero en las últimas semanas el clima cambió, y comenzó a sentirse una esperanza de éxito. Este impulso, sin embargo, llegó tarde para consolidar la victoria de Harris. En las últimas semanas, figuras de peso como la exrepublicana Liz Cheney y el expresidente Bill Clinton participaron activamente en su campaña, junto con celebridades como Lady Gaga, Jennifer Lopez y Bad Bunny, quienes le dieron un respaldo cultural sin precedentes, aunque insuficiente para alcanzar el apoyo necesario en las urnas.
Además, el equipo de Harris enfrentó conflictos internos. Al incorporar a profesionales que habían trabajado en la campaña de Biden, hubo tensiones y desacuerdos, especialmente en decisiones cruciales, como la elección de su compañero de fórmula. Harris se inclinaba por Tim Walz, gobernador de Minnesota, mientras que su equipo apoyaba a Josh Shapiro, gobernador de Pensilvania. Finalmente, Harris optó por Walz, lo cual generó divisiones entre los integrantes del equipo. Estos conflictos de lealtad y dirección afectaron la cohesión y capacidad de respuesta de la campaña en un momento decisivo para la contienda.