Lejos de disminuir, el riesgo de brotes epidémicos por el consumo o contacto con agua contaminada en las zonas afectadas por la DANA se agrava con el paso de los días. Pese a que la ministra de Sanidad, Mónica García ha señalado hoy que, "por el momento no hay constancia, ni alerta, de ningún profesional en el terreno que hay informado de que estén subiendo de una manera considerable o cuantitativamente importante el número de gastroenteritis o el número de pacientes con determinados síntomas infecciosos", los epidemiólogos saben que esto puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos.
"El riesgo de que surjan brotes infecciosos tras más de una semana de la inundación en la provincia de Valencia, tras el paso de la DANA, comienza a ser significativo, especialmente donde aún no se han implementado medidas preventivas adecuadas, por el consumo o el contacto con agua contaminada, que suele estar mezclada con aguas residuales o materia fecal debido a la inundación", explica a Ep José María Martín-Moreno, doctor en epidemiología y salud pública por la Universidad de Harvard y catedrático de medicina preventiva y salud pública de la Universidad de Valencia.
Por ello, recalca, la vigilancia epidemiológica, el acceso a servicios básicos y la educación en salud son "esenciales" para "proteger a la población y prevenir una crisis sanitaria de mayores dimensiones".
Desde Sanidad confían en los protocolos para la detección precoz de casos de infección por la DANA que está preparando el grupo de coordinación de la respuesta de Salud Pública, integrado por expertos en salud pública y epidemiología de la Dirección General de Salud Pública de la Generalitat Valenciana, junto con el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (Ccaes), la Dirección General de Salud Pública del Ministerio de Sanidad, la Agencia Española del Medicamento y el Instituto Carlos III. "Esperamos que la situación vaya mejorando en la medida en la que cada vez se vaya mejorando la recogida de residuos en aguas estancadas y aguas residuales", ha explicado hoy García.
Pero el proceso de recuperación y limpieza va a ser largo, y los expertos no están tan confiados con que se puedan controlar bien todos los riesgos. Además, consideran que, a partir de ahora, es el periodo en el que pueden dar la cara infecciones más graves. "La leptospirosis, que puede manifestarse entre 5 y 14 días después del contacto con agua contaminada por orina de animales infectados, principalmente ratas y otros roedores; y la hepatitis A, con un periodo de incubación más largo, entre 15 y 50 días, aunque los primeros casos podrían empezar a aparecer tras dos semanas. El cólera es más improbable". "Si no se actúa, estos brotes pueden propagarse rápidamente entre la población", ha alertado Martín-Moreno.
Además, pueden surgir enfermedades transmitidas por vectores (mosquitos) por la acumulación de agua estancada. Los primeros infectados "puedan empezar a picar e infectar a las personas aproximadamente una semana después de la inundación, ya que los huevos de mosquitos tardan entre 7 y 10 días en convertirse en adultos".
Las enfermedades pueden incluir Zika, degue o similares y pueden aparecer de 4 a 7 días después de la picadura, y sin medidas de control, como eliminar el agua estancada y la fumigación, el riesgo de un brote "aumenta significativamente, afectando especialmente a zonas densamente pobladas".